(Nicolás de Cárdenas/ReL) La asociación Profesionales por la Ética (PPE) ha denunciado el doble rasero aplicado por el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, que se ha mostrado alarmado ante los recientes casos de violaciones a cargo de menores registrados en España. Gabilondo aseguró que ««educación y sociedad van de la mano, por lo que tenemos que interiorizar seriamente qué escala de valores, convicciones y modelo de sociedad tenemos y qué valores estamos transmitiendo». Del mismo modo, el delegado del Gobierno para asuntos educativos pidió «reflexionar a fondo» sobre lo que ocurre en «una sociedad donde menores de edad tienen tan dislocados los valores como para hacer esos atropellos». La asociación Profesionales por la Ética, denuncia que, por un lado, el ministro se muestre consternado por estos hechos, y, al tiempo, el ministerio que dirige recomiende una web (Sexpresan) que promueve que «la incitación sexual de adolescentes de 12 años es lo más adecuado para la formación de los jóvenes». El presidente de PPE, Fabián Fernández de Alarcón, también critica que el manual de Educación para la Ciudadanía de 3º de ESO de la editorial MacGrawHill «afirme en su página 41 que la mayor parte de las llamadas perversiones sexuales carecen de sentido, pues, en último término, no serán sino diferentes formas de conducta». El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía acaba de admitir a trámite un recurso contra los contenidos de este libro de texto. Fernández de Alarcón asegura que «estos terribles sucesos tienen múltiples causas pero la fundamental es el relativismo moral, la ausencia de referencias de lo que es el bien y de lo que es el mal y la carencia de límites, especialmente en las relaciones sexuales» y critica que en «un entorno educativo que no ofrece modelos de fidelidad, compromiso y desarrollo integral de la persona [...] se prima la cultura del deseo por encima de todo, algo que deshumaniza y acaba convirtiendo a los jóvenes en depredadores». En concreto, desde PPE asegura que ese tipo de enseñanzas están presentes de forma «muy evidente» en las asignaturas de Educación para la Ciudadanía. «Es hora de que los que defienden este proyecto educativo hagan una autocrítica seria y permitan que todos nos impliquemos en formar personas sin intromisiones ideológicas», concluye Fernández de Alarcón.