(Nicolás de Cárdenas/ReL) Benedicto XVI escribió una carta en 2003 que ahora ve la luz en la que esbozó las líneas maestras de los modos litúrgicos que cree más convenientes para la Iglesia, al tiempo que no oculta el rechazo que estos usos despierta entre muchos obispos. «La Iglesia Romana debe tener de nuevo un único Rito romano», escribía el entonces cardenal Joseph Ratzinger como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Se trataba de la respuesta epistolar a una carta remitida en abril de 2003 por el filólogo tradicionalista alemán Heinz-Lothar Barth, en la que preguntaba si se iba autorizar el rito romano antiguo «en todas partes y sin limitación». Según revela el libro «Joseph Ratzinger-Benedetto XVI, Davanti al Protagonista. Alle radici della liturgia», recientemente presentado en Italia, el entonces cardenal reconocía que «todavía es demasiado grande la aversión de muchos católicos –promovida en ellos durante años- contra la liturgia tradicional, que despectivamente denominan preconciliar; y también habría que soportar la fuerte resistencia por parte de muchos obispos contra una autorización general». Pese a ello, el actual Papa aseguraba su convicción de que «a la larga, la Iglesia Romana debe tener de nuevo un único Rito romano; la existencia de dos ritos oficiales es, en la práctica, difícil de “manejar” para los obispos y los sacerdotes». El que llama «rito romano del futuro», debería ser universal como corresponde a la Iglesia católica, «celebrado en latín o en lengua vulgar, pero basado completamente en la tradición del Rito transmitido», según el entonces llamado «guardián de la fe». «Podría incorporar algunos elementos nuevos, que se hayan acreditado: como nuevas fiestas; algunos prefacios nuevos para las misas; un leccionario ampliado –más selección que antes, pero no demasiada-; una ‘Oratio fidelium’, o sea una letanía fija de intercesiones que sigue al ‘Oremus’ previo al Ofertorio, en donde inicialmente tenía su lugar». Estas son las líneas maestras del nuevo rito cuya implantación «sólo puede ser puesta en práctica paso a paso», reconoce el hoy Pontífice- ya que sólo han pasado 30 años desde la reforma litúrgica de Pablo VI y «cada nueva precipitación no sería ciertamente beneficiosa».