(Nicolás de Cárdenas/ReL) Benedict Daswa, declarado por la Iglesia Siervo de Dios, fue asesinado el 2 de febrero de 1990 por oponerse a las persecuciones a «brujos» en su país natal, Sudáfrica. Desde entonces, se han recopilado cientos de testimonios que, reunidos en un informe, han sido remitidos a la Congregación para las Causas de los Santos, presidida por el cardenal Ángelo Amato. La Iglesia en Sudáfrica espera que el estudio de la vida y muerte de Daswa contenida en las casi mil páginas del documento, concluya con la elevación a los altares, como beato, de quien consideran un «martir genuino» que se resistió a la caza de brujas en África. Daswa pertenecía a una pequeña tribu, los Lemba, y abrazó el credo de la Iglesia católica mientras estudiaba para ser profesor de primaria, según ha informado la Conferencia Episcopal de Sudáfrica. Tras su conversión, Benedict pronto se dió cuenta de que la persecución tradicional a «brujas», por la que entre 1990 y 1998 fueron asesinadas en Sudáfrica 557 personas, estaba profundamente en contra de sus creencias. Esta postura le valió la muerte. Pocos días después de negarse a realizar una donación que sostuviera el «rastreo» de brujas, fue apedreado y apaleado hasta la muerte. Le quedaban pocos meses para cumplir 44 años. «Niños brujos» Las religiones paganas de África tradicionalmente sólo los adultos eran acusados de «brujería», pues se presuponía que eran conscientes de sus actos y que, libremente, trataban de provocar el mal ajeno. Cuando había niños «sospechosos» de prácticas mágicas o esotéricas, se interpretaba que había otro adulto responsable al que se perseguía. Pero desde principios de los años 90, con especial intensidad en el Congo, hasta nuestros días, más de 700.000 menores han sido acusados o perseguidos por brujería, según denunció en 2007 la organización internacional «Save the Children» (Salvar a los niños). Para ejemplo, un botón. Según reportaba esta organización, siete niños de entre 6 y 11 años acusado s de brujería, sufrieron el castigo de ser encerrados durante conci días sin comida ni agua, en condiciones lamentables, para ahuyentar los malos espíritus. Según ha explicado Joseé Ngalula en la revista «Mundo Negro» de los padre combonianos, la influencia incluso de películas de terror, ha llevado a que incluso lso fetos sean perseguidos también. Cualquiera puede ser sospechoso. Un niño superdotado, hiperactivo o epiléptico tiene todas las papeletas para sufrir las consecuencias de ser considerado como un «brujo». Combatir la brujería Benedicto XVi, durante su viaje a Luanda en marzo de este año, alertó sobre el peligro de estas prácticas y pidió que se combatiera la brujería y el espiritismo en África, ofreciendo el Evangelio «a esas gentes desorientadas, que viven en el terror» y que llegan a sacrificar niños en la calle al considerarlos brujos.