(Gonzalo Alvear/ReL) A Mariana Mocasi le diagnosticaron que el bebé que esperaba tenía espina bífida, un defecto que consiste en que la columna no se cierra totalmente y a través de ese hueco la médula se sale, lo que provoca disfunciones en el aparato locomotor, úteres y cabeza. «Cuando eso ocurrió, mi ginecólogo me dirigió a la sanidad pública, concretamente al Hospital Infantil de Zaragoza, ya que los medios que tienen son superiores y estamos hablamos de ginecología de alto riesgo». «En las reuniones preliminares» -cuenta Mariana- «los médicos no solamente me ofrecieron la posibilidad de abortar, sino que me hicieron sentir culpable por decidir seguir adelante con mi embarazo, tachándome de inconsciente y de frívola. No me respetaron en absoluto. Fue un acoso que supongo se debió a que ellos se buscaban evitar posibles problemas posteriores como demandas o cosas así».
Sadismo nazi Mariana cuenta su experiencia con esos médicos con gran indignación: «Lo cierto es que cada vez nacen menos niños con éste u otros problemas. Me pareció una muestra de sadismo nazi disfrazado con el uniforme de la progresía que dice "todo el que me molesta, fuera". Así que decidimos mi marido y yo tenerlo en un hospital privado e inmediatamente después de nacer lo trasladamos a la sección de Pediatría del Hospital Infantil en donde atendieron a la niña maravillosamente». Mariana nunca tuvo ninguna duda de que su hija era un ser humano. «Notaba sus patadas, a pesar de todo lo que me decían algunos médicos. La quería antes de nacer y además tengo la fe que llevaba una vida en mis entrañas que no me pertenece, una niña con derecho a nacer, a pesar de los problemas con los que venía».
Más unidos «El nacimiento de la niña sirvió para que mi marido y yo nos uniéramos muchísimo más; nos ha hecho mejores personas, más humanos, más sensibles incluyendo a su hermano», comenta Mariana. Sus familias y gran parte de sus amigos también les apoyaron incondicionalmente, además de la «Asociación de Espina Bífida» de Madrid. «Hay que tener muy en cuenta que el problema tiende a magnificarse en el comienzo pero con el tiempo te das cuenta que no es tan tremendo como te lo pintaban y te haces con él. Ha sido fundamental educar a la niña en que siempre debe superarse pero que sus esfuerzos siempre tienen una recompensa», señala Mariana. Y gracias a este esfuerzo, la pequeña Mariana camina y corretea, aunque sea con fédulas, y hasta esquía y es la segunda de su clase. Una bofetada moral en la cara a los médicos que quisieron acabar con la vida de esta pequeña. (Más información de la
Asociación de la Espida Bífida : 91 563 0 448).