El mundo entero pudo ver en 2018 las caravanas de migrantes dirigiéndose a Estados Unidos. Procedían en su mayoría de Honduras y huían de la violencia. Osman Monterroso no participó de ellas, pero sí tuvo que salir del país para evitar ser asesinado junto a su familia.
En España, Osman comenzó de cero y logró salir adelante gracias a unos cuantos samaritanos y, sobre todo, a la labor caritativa de la Iglesia. La historia la recoge José Calderero de Aldecoa, periodista de Alfa y Omega –el semanario católico de la archidiócesis de Madrid- , en su Inscritos en el libro de la muerte, de la editorial ExLibric.
Calderero explica que el libro, al detallar este testimonio, «es un grito de denuncia ante toda aquella violencia y corrupción que quiere adueñarse del mundo, pero sobre todo es una invitación a seguir el ejemplo de la Iglesia y tender la mano a quien lo necesite, tratando de superar los prejuicios que podamos tener contra ellos», explica el autor. El periodista explica que el 50% de los beneficios de la venta del libro se entregarán a Osman y su familia, que siguen en circunstancias complicadas. «Considero que es un primer paso para ayudar a mejorar las cosas», asegura el periodista.
- ¿Cómo conociste a Osman Monterroso?
- Estaba haciendo un reportaje para Alfa y Omega sobre la atención de Cáritas a los más vulnerables. Me trasladé hasta la parroquia de san José de Calasanz, en el barrio de Vallecas (Madrid) y allí vi desfilar ante mí a decenas de personas, cada una con una historia, cada una con una necesidad. Un grupo de voluntarios les escuchaba, apuntaba sus necesidades y trataba de satisfacérselas. Osman fue uno más de aquella larga cola. Creo recordar que iba a por alimentos. En casa eran cuatro y ninguno tenía trabajo estable.
- ¿Y por qué su historia se convirtió en un libro?
- Por pura providencia, que en este caso se manifestó en forma de sonrisa. Yo no quería escribir un libro. Estoy casado y tengo tres niños muy pequeños. Vamos, que no me sobra el tiempo. Pero cuando Osman desfiló ante los voluntarios de Cáritas lucía una sonrisa en la cara. Fue el único que se presentó sonriendo. Me impresionó. “¿Qué hace esta persona sonriendo en una cola de Cáritas? Pero si viene a pedir comida para su familia”, pensé. No sé por qué, pero en aquel momento le pregunté qué hacía allí. Lo que me contó, que es lo que cuento en el libro, me dejó tocado.
- ¿Qué explicó?
- Pues que toda su familia había sido amenazada de muerte en Honduras por la Mara Salvatrucha. El motivo de la amenaza fue que su hijo había sido testigo de un asesinato y los sicarios no suelen dejar a los testigos vivos para que no les puedan denunciar. Escaparon de milagro y lograron entrar en España. Lo hicieron con una mano delante y una mano detrás. Y aquí hubo gente que se aprovechó de ellos y muchos otros, sobre todo distintas organizaciones eclesiales, les tendieron una mano.
Osman Monterroso ha explicado a José Calderero cómo su familia ha huido de Honduras, amenazada por la Mara Salvatrucha
- En el epílogo hablas de desterrar prejuicios y de tender la mano. ¿Es este el propósito del libro?
- Sí, aunque no solo eso. La verdad es que al escribirlo pensé en toda esa gente que se había aprovechado de Osman en nuestro país. Imagino que no sabrían la historia que tenía detrás, pero eso no cambiaba el hecho de que estuvieran utilizando a una persona que lo único que hacía era huir de la muerte. También pensaba, sobre todo, en Cáritas y en la Iglesia. Cuánto bien hacen. Es muy edificante ver como ayudan desinteresadamente a miles de personas que de no contar con Cáritas y la Iglesia tendrían muy difícil incluso su supervivencia física y espiritual.
» Al final, es un libro trepidante de aventuras, duro en muchas de sus partes, con el que me gustaría agitar las conciencias para que entre todos logremos un mundo un poquito mejor. Y eso, que parece una utopía, es tremendamente fácil en el momento en el que tendamos la mano al prójimo. Y prójimo es sinónimo de hijo, vecino, amigo, compañero de clase, jefe o incluso de aquel con el que no te llevas bien.
- ¿Cómo ves el papel de Cáritas y la Iglesia en la actual crisis que vivimos?
- Se define solo. Todos hemos podido ver lo que en los medios se llamaron las colas del hambre de Madrid. En el inicio de aquellas largas filas, en muchos casos, había un sacerdote o un laico entregando alimentos.
» Pero la Iglesia no solo reparte alimentos, sobre todo reparte a Jesús. Una forma de hacerlo es a través de la actividad caritativa, pero también a través de los sacramentos, de las catequesis… Ha sido impactante ver a los capellanes de los hospitales consolando a los enfermos –exponiéndose incluso al contagio–, o confesando…
» Más allá de los capellanes de hospitales, también los párrocos se han entregado a la celebración de Eucaristías, Bautizos… Mucha gente quizá todavía no lo entienda, pero no hay nada más importante en la tierra que la labor de un sacerdote, que baja a Dios a la tierra y muestra el camino a los hombres para subir al Señor.
- ¿Qué le responderías a una de esas personas que dices en tu anterior respuesta que no entienden el trabajo de un sacerdote si te preguntara dónde estaba Dios ante los sucesos tan truculentos que le ha tocado vivir a Osman?
- Pues que Dios no es un ser caprichoso que controla nuestra vida desde el cielo mandándonos cosas buenas o cosas malas en función de sus apetencias. Él creó el mundo y nos entregó la libertad a los hombres para que lo custodiáramos. Los hombres somos culpables de nuestro destino, para bien o para mal.
» Sin embargo, Dios no se ha desentendido del mundo y, en este caso, siempre se ha encontrado al lado de Osman, sosteniéndole, dándole ánimos, acompañándole en los momentos malos. Por ejemplo, como cuando la familia se tuvo que tumbar en la parte trasera de un vehículo y taparse para no ser descubiertos por los sicarios. Estoy convencido de que Dios estaba allí mismo tumbados con ellos. También en los momentos buenos. Seguro que estaba presente en ese momento de júbilo que vivieron Osman y su mujer Yadira cuando salieron del espacio aéreo de Honduras. Y, por supuesto, también estaba detrás de todos y cada uno de aquellos –creyentes y no creyentes– que ayudaron a Osman y a su familia a salir adelante.
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