(Nicolás de Cárdenas/ReL) En su primer viaje al extranjero desde que Kirill fuera elegido Patriarca ortodoxo de Moscú y de todas las Rusias el pasado mes de enero, ha visitado al Patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, siguiendo el espíritu de consolidación de las relaciones entre ambas confesiones cristianas que nació del encuentro pan-ortodoxo celebrado en Génova el pasado mes de octubre. Los dos líderes religiosos han destacado la importancia de aquella cita en la que se pusieron las bases de la hoja de ruta de los cristianos ortodoxos para los próximos tiempos. Del mismo modo, ambos han expresado, de manera meridiana, su profundo deseo de acelerar el diálogo ecuménico y la necesidad imperiosa de una iglesia universal para afrontar los retos actuales. Durante la misa que concelebraron, el patriarca de Constantinopla destacó, como ejemplo de diálogo ecuménico, el encuentro de Génova «que tuvo lugar en una atmósfera de unidad, que es un ejemplo y punto de referencia, aunque no sólo para los cristianos ortodoxos», según informa Asia News . El patriarca ruso, también se pronunció en el mismo sentido, destacando los profundos lazos que unen a ambas iglesias y mostró su convencimiento de que su visita «representa un buen comienzo para renovar las relaciones fraternales entre las dos iglesias en el camino hacia la única católica y apostólica Iglesia de Cristo». Un hombre de principios y dialogante El patriarca ruso es considerado en todo el mundo como un hombre de sólidas convicciones y un más que demostrado carácter dialogante. No en vano, el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, recibió de buen grado a principios de año su nombramiento, y aseguró que «tiene una postura firme, pero con él se puede dialogar» y que los representantes católicos «está preparados, disponibles y deseosos de continuar el diálogo». La posibilidad de un encuentro entre Benedicto XVI y el patriarca ruso está en el aire, pero, el arzobispo católico de Moscú, monseñor Paolo Pezzi, aseguró a principios de año que «ante todo, no lo excluimos; en segundo lugar, es sumamente deseable; en tercer lugar, auguramos que esto pueda suceder según los tiempos qu ela gracia de Dios y la gloria de Cristo permitirán y, en cuarto lugar, que este sea un paso juntos hacia el camino augurable de una comunión plena entre todos nosotros». El encuentro entre el Obispo de Roma y el Patriarca ruso fue el sueño incumplido de Juan Pablo II.