(Nicolás de Cárdenas/ReL) Marilyn Monroe (19261962) lo fue casi todo en el mundo del espectáculo. Nacida años antes del crack bursátil de 1929 y abandonada a las seis semanas de vida por su madre, Gladys Monroe, nunca conoció a su padre. En sus siete primeros años de vida, según refleja la biografía «El genio y la diosa» de Jeffrey Meyers, perteneció a una iglesia evangélica en la que profesaban su fe Ida y Albert Bolender, sus padres adoptivos. Posteriormente, pero todavía en sus primeros años, perteneció, de la mano de su madre biológica, a la Iglesia cristiana científica. Su adolescencia no fue fácil, ya que a los 16 años se casó con Jimmy Dougherty, un jóven de 21 años al que conoció mientras trabajaba en una planta de ensamblaje de aeronaves. Como empleada en la fábrica, un fotógrafo la escogió para un reportaje, lo que le llevó a fichar por la agencia «Blue Book». En 1946 ya había protagonizado más de 30 portadas, por lo que decide abandonar su trabajo en la fábrica. Ese mismo año, la productora «20th Century Fox» la contrató y no tardó mucho en adoptar el nombre de Marilyn Monroe. Como refleja Jeffrey Meyers en su obra, Marilyn deseaba ser amada por sí misma, pero no siempre (o casi nunca) supo quién era en realidad. Cambió varias veces de nombre y, del mismo modo, cambió oficialmente en varias ocasiones de religión,aunque Meyers asegura que, en realidad, no era creyente. En 1954 ya era una superestrella del cine y, a pesar de sus desequilibrios emocionales, que desesperaban a directores, compañeros de reparto y productores,se casó con Joe DiMaggio, otra celebridad (esta vez en el campo deportivo). Fue entonces cuando Marilyn profesó la fe católica, como relata Meyers. Se divorciaron nueve meses después por «la incompatibilidad de sus carreras», como explicó su abogado de entonces. «Tu Dios será mi Dios» La Marilyn descarada, atrevida y despampanante empezaba a entonces a seleccionar más sus apariciones artísticas y a cuidar su carrera profesional. Fue en 1956 cuando empezó a estudiar arte escénico y fundó su propia productora cinematográfica. También en este año, contrajo matrimonio con el dramaturgo judío Arthur Miller, para lo que fue instruída en las bases de la fe del pueblo de Abraham por el rabino Robert Goldberg, el mismo que ofició la ceremonia. Marilyn, según recoge «El genio y la diosa», le reveló a la también actriz Susan Strasberg que ella se podía identificar fácilmente con los judíos porque «todo el mundo quiere estar cerca de ellos, sin importar lo que hagan, como a mí me pasa». Para el enlace, usó un pasaje del libro de Ruth mucho más contundente: «No insistas en que te abandone y me vuelva, porque yo iré adonde tú vayas y viviré donde tú vivas. tu pueblo será mi pueblo y tu dios será mi Dios». Dadas ambas declaraciones Meyers mantiene, en el libro centrado en la relación entre la actriz y el dramaturgo, que ésta, como las anteriores «conversiones», fue superficial y la asemeja al momento en que Rex Mottram, personaje de la película «Retorno a Brideshead», dice: «Si tu Iglesia es suficientemente para Julia (su prometida), también lo es para mí».