(ABC) Benedicto XVI clausuró ayer el Año Paulino desvelando que los restos que se guardan en el sarcófago bajo el altar mayor de la basílica de San Pablo Extramuros, en Roma, pertenecen al Apóstol de los Gentiles. Ante varios miles de fieles y representantes del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, el Papa informó de que recientemente se había practicado un pequeño agujero en el sarcófago, nunca abierto en 2.000 años, por el que se introdujo una sonda, que desveló la existencia en el interior de un precioso tejido de lino de color púrpura laminado en oro y otro de color azul con filamentos de lino, así como granos de incienso rojo y sustancias proteicas y calcáreas. También se hallaron pequeños fragmentos óseos, que ahora han sido sometidos a la prueba del carbono 14. El Vaticano siempre ha dado por hecho que se trataba de los restos del Apóstol de los Gentiles, pero ahora «todo parece confirmar la unánime e incontrastable tradición de que se tratan de los restos mortales del apóstol Pablo, lo que nos llena de profunda emoción», según las palabras del Santo Padre. Según explicó Benedicto XVI, los expertos que realizaron la prueba del carbono 14 «desconocían de dónde provenían los fragmentos y han concluido que pertenecían a una persona vivida entre los siglos I y II». Bajo el altar mayor Desde el comienzo de su Pontificado, Benedicto XVI ha prestado una gran atención a San Pablo y a la majestuosa basílica sobre su tumba en la Vía Ostiense, fuera de los muros de la ciudad de Roma, como era obligatorio para los cementerios. Gracias a esa inspección arqueológica y la apertura de un hueco en un muro bajo el altar mayor, los peregrinos pueden ver ahora la gran lápida de mármol que cubre la tumba original de San Pablo, decapitado el año 64 o el año 67 de nuestra era durante una de las persecuciones de Nerón. El Pontífice clausuró ayer el Año Paulino, un día antes de que se conmemore en el Vaticano a San Pedro y San pablo, los patrones de la Iglesia Católica. El Año Paulino lo abrió el Papa el 28 de junio del pasado año en el mismo lugar donde ayer lo cerró, acompañado de cardenales, obispos, sacerdotes y una delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, encabezada por los metropolitas Emmanuel y Gennadios. Enviados especiales Benedicto XVI, que dedicó este Año Paulino con motivo del 2.000 aniversario del nacimiento de San Pablo, Benedicto XVI ha querido clausurar también el Año Paulino en siete lugares relacionados con el apóstol, enviando a otros tantos cardenales. Así a Damasco, la ciudad a la que se dirigía Pablo de Tarso y en la que el perseguidor de cristianos se convirtió, envió al cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela.