(A. G./ABC) Braulio Rodríguez Plaza se convirtió ayer en el arzobispo de Toledo y primado de España número 120 en la línea de sucesión, tras tomar posesión en la catedral toledana de manos de Antonio Cañizares Llovera, ahora cardenal prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en El Vaticano. Acompañaron en la solemne ceremonia al nuevo prelado toledano seis cardenales, diez arzobispos, 29 obispos y seis obispos auxiliares, junto con el Cabildo y centenares de sacerdotes. Procedente de la diócesis de Valladolid, de la que era titular, y de su pueblo natal, Aldea del Fresno, Braulio Rodríguez entraba en la provincia de Toledo sobre las diez de la mañana, haciendo su primera parada en la parroquia de Méntrida y después en las de Portillo y Fuensalida, pueblo natal de su madre. Minutos antes de la cinco y media de la tarde llegaba a la puerta de Bisagra de la capital toledana, donde fue recibido por la Corporación municipal, con su alcalde, Emiliano García-Page, a la cabeza. Competencias del obispo Acto seguido se dirigió a la catedral primada, que se encontraba prácticamente a rebosar, con cientos de fieles llegados desde toda la provincia y de Castilla y León. Antonio Cañizares fue el encargado de comenzar la liturgia mediante un saludo de bienvenida a su sucesor, tomando a continuación la palabra el Nuncio Apostólico, Manuel Monteiro de Castro. Según la liturgia de estos casos, se procedió a presentar las letras apostólicas del nombramiento del nuevo arzobispo, que a continuación tomó asiento en la cátedra y recibió de Antonio Cañizares el báculo que simboliza la sucesión apostólica y la continuación pastoral. Fue el momento en que todos los asistentes irrumpieron en un fuerte aplauso. En su primera homilía como primado tuvo alusiones a la forma en que las autoridades religiosas y fieles deben enfrentarse a los problemas de la sociedad actual. «El obispo está obligado a iluminar con la fuerza del Evangelio las nuevas cuestiones que los cambios de las situaciones históricas presentan de continuo. Ahí están, ante nosotros, los cambios en las cuestiones culturales, sociales, económicas, científicas y tecnológicas. ¿Serán estas cuestiones competencia, pues, del obispo? No, si entra en el juego político; sí, si se trata de iluminar y orientar problemas concretos que tienen los hombres y mujeres, también los cristianos, y que se abordan desde una fe en Jesucristo que unifica y no crea dualismos estériles ni esterilizantes, pues la verdad no destruye, sino que purifica y une», señaló. Los cardenales presentes en la ceremonia, aparte de Antonio Cañizares, fueron Antonio Rouco Varela (Madrid), Carlos Amigo Vallejo (Sevilla), Luis Martínez Sistach (Barcelona), Agustín García-Gasco (Emérito de Valencia) y Francisco Álvarez (Emérito de Toledo). También asistieron los arzobispos de Valencia, Burgos, Granada, Tarragona, Pamplona-Tudela y Mérida-Badajoz, entre otros. La representación de las autoridades civiles estaba encabezada, junto con el alcalde, por el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda.