(Javier Fariñas) Jesús García (Madrid, 1977), especializado en Diseño Gráfico, se vinculó al periodismo cuando comenzó a trabajar en el diario El Mundo. Actualmente forma parte del departamento de Comunicación de la asociación pontificia «Ayuda a la Iglesia Necesitada». Especializado en temática religiosa, colabora con diversos medios de comunicación y tuvo su primer contacto directo con Medjugorje cuando en 2006 fue enviado allí para investigar los hechos. «Medjugorje», su primer libro, es la crónica más exhaustiva escrita en castellano sobre lo que viene sucediendo en la pequeña aldea de Bosnia y Herzegovina. -¿Este libro es un libro sobre apariciones, de testimonios, de peregrinos, de viajeros, una «guía» para conocer Medjugorje…? -Es un trabajo periodístico, en cuanto al periodismo entendido como ir, ver e informar, presentado como una peregrinación ficticia, un viaje hasta el lugar de los hechos en el que el guía del viaje sería el autor y los peregrinos los lectores. Así, a través de las páginas de este libro se visitan los lugares más importantes de esta historia, se entrevista a los protagonistas, se estudia la posición de las autoridades eclesiásticas locales y de fuera, se comparten historias y anécdotas con otros peregrinos y se escuchan testimonios de esos que ponen lo pelos de punta. Es, por decirlo de alguna manera, una peregrinación escrita a la que se invita a ir con apertura de mente, sin prejuicios ni aspavientos, para la que no hace falta ni saber rezar, ni querer rezar, ni pensar que se tenga que hacer. Es sencillamente leer por el sano ejercicio de conocer, de una manera entretenida. Nada más. -¿Por qué escribir un libro sobre este lugar cuando aún la Iglesia no se ha pronunciado oficialmente sobre lo que acontece allí? Es numerosa la literatura que existe sobre estos fenómenos y muchas veces se encuentra el silencio, la mofa o el rechazo como respuesta. -Porque está ocurriendo ahora y de ser cierto, nos lo estamos perdiendo. Y el que se mofe o lo rechace sin conocerlo, es un imprudente, por decirlo con educación. No me importan las mofas de los ignorantes ni el rechazo de los intelectuales de salón. A mí me importan las dudas de los que sí han estado allí y han vivido aquello. Ellos tienen todo mi respeto. Hay que saber que en lo que a eventos de apariciones se refiere, la Iglesia no debe pronunciarse nunca a favor de su autenticidad mientras el evento esté transcurriendo, ya que sería una falta de prudencia y de rigor. Sería como hacer una crítica de una película cuando aún se está rodando, o escribir la crónica de un partido de fútbol cuando van por el descanso. O abrir un proceso de canonización de una persona que aún está viva. No, eso no sería serio. Una vez dicho todo esto, mientras la Iglesia espera y observa, la gente no tiene por qué esperar su dictamen. Ten en cuenta que eso significaría perdérselo, ir cuando ya ha acabado. Y que a los católicos les quede claro que no pasa nada por ir allí ya, no es pecado y no está prohibido. No seamos ingenuos. Medjugorje lleva ocurriendo ya casi treinta años, los peregrinos viajan allí en manadas, si me permite la expresión, y los testimonios de cosas sorprendentes que se dan allí son incontables. No hablo de batallitas ni de cosas graciosas que contar al volver de un viaje. Hablo de impactos profundos en las vidas de las personas, de cambios radicales en su comprensión y vivencia de diferentes aspectos que conformaban su vida. Y la Iglesia está dejando hacer, con inteligencia y prudencia. Por ahora tenemos que esperar, pero mientras tanto, no pasa nada por conocerlo uno mismo. En mi opinión, me encantaría que, de ser cierto, la Iglesia nunca lo declarase, porque así el viajero irá allí «a pelo», sin que nadie le haya hecho el trabajo, obligado a enfrentarse él solo a la posibilidad de que el fenómeno sea cierto. Por lo que he visto entre los peregrinos, esa es la mejor y más maravillosa vivencia de Medjugorje, se crea en Dios o no. Porque Medjugorje no es solo para católicos. Medjugorje es para valientes, personas inquietas y abiertas de mente, sean católicos o no. Eso sí, hay que ser muy valiente para abrir el corazón allí, porque de ser cierto, exige respuestas concretas. -¿Se puede hablar ya de apariciones de la Virgen o hay que esperar el dictamen de la Iglesia para dar veracidad a estos hechos? -No se puede decir que sea cierto, pero tampoco que no lo sea. La Iglesia no ha dicho nada, pero no pasa nada ni por creer ni por no creer que allí esté sucediendo eso. La Iglesia dice a sus fieles que en lo que tiene que creer es en el Credo, y ahí no dice nada de Medjugorje. En lo que a mí respecta, la verdad es que he estado allí en varias ocasiones y yo nunca he visto a la Virgen María. Lo que no puedo negar es que allí, se aparezca o no, pasa algo que no ocurre en ningún otro lugar y que es bueno para la gente, para el mundo y para la Iglesia. Eso es así. ¿Qué es ese «algo» que ocurre allí? Teniendo en cuenta esto, y escuchando y viendo cosas que allí ocurren, no veo descabellada la postura de aquellos que creen que es cierto, aunque eso prefiero dejárselo a quien lo tenga que decir. -¿Qué está ocurriendo en la actualidad en este lugar? ¿Es sólo un lugar de peregrinación o se siguen produciendo las apariciones? -No, no, las apariciones se siguen dando. Los muchachos ya son mayores pero su vida ha seguido igual en este sentido desde 1981. Cada uno de ellos tiene sus apariciones con una frecuencia u otra, en unos lugares u otros, pero el evento sigue sucediendo. Esto ha dado la oportunidad de investigar los hechos mientras están sucediendo, no una vez sucedidos. Es muy divertido el capítulo dedicado a la ciencia y los exámenes hechos a los chavales durante esos momentos en que parecen ver a la Virgen María. Nadie ha podido desmentir el testimonio de esos chicos, y eso es algo muy serio, porque ellos no dicen «un día me pasó esto, hace mas de veinte años». No, ellos dicen «hoy me pasa esto. Si quieres quedamos y me puedes examinar con todo tipo de aparatos mientras ocurre, a ver qué descubres». Eso hace que esta historia sea asombrosa, que descomponga a las mentes más exhaustivas y meticulosas del mundo, tanto de la Iglesia como fuera de ella. Ahora bien, mi experiencia es que una vez que llegas allí, las apariciones, los videntes, los milagros... Todo eso pasa a un segundo plano. Es increíble pero es verdad. Cuando llegas allí y te ves sumergido entre toda esa gente, en la vivencia del fenómeno, empiezas a importar solo tú y tu actitud ante un montón de cosas que en otro entorno no te planteas. Eso te da la oportunidad de descubrir errores que puedes corregir, y otras cosas que son muy buenas y que no habías disfrutado. -¿Cómo y por qué te aproximas a este enclave de Bosnia? -Aunque la historia tiene muchos recovecos, puedo situar mi primer contacto con el fenómeno Medjugorje cuando trabajaba en el Semanario Alba. Surgió la idea de viajar allí, miramos cada uno a una parte y no hubo voluntarios. Al final fui yo con un compañero y creo que éramos los menos indicados para hacer ese trabajo. Sin embargo, gracias a ese viaje creí tener conciencia por primera vez en mi vida, de que Dios pudiera existir y actuar en tu vida con profunda sabiduría y un amor enorme, extrañísimo pero auténtico, si le dejas un poquito. -Millones de personas han pasado y pasarán por este santuario mariano. ¿Qué dice un lugar como éste a la sociedad actual, sea o no creyente? -Pues lo que nos viene a decir es algo así como: «Oye, las cosas no van bien, tal vez tengas que pararte a pensar un rato sobre qué haces en este asunto que llamamos vida, cómo te planteas algunas cosas y si realmente estás tan seguro de que Dios exista o no exista». Es un viaje que no defrauda y no deja indiferente, de verdad. Y mucho más divertido que ir al psicoanalista. -Gente que va a Medjugorje repite varios mensajes, pero coincidentes en muchos casos en el perdón, la reconciliación y la conversión, ¿por qué? - En el mundo en que vivimos estamos sumergidos en una tremenda competitividad fomentada por el afán de poseer, y en esa vorágine no nos damos cuenta de que, a veces, nos perdemos cosas fantásticas que nada tiene que ver con eso. La amistad verdadera, la salud, el amor, el sentirnos bien, la paz interior. El plan que propone Medjugorje es encontrar esa paz interior que es el origen de toda paz, y que no nos las dan las cosas del mundo, como en realidad ya sabemos todos. -¿Por qué deberíamos leer su libro y por qué deberíamos ir a Medjugorje? -A Medjugorje no debe ir nadie. Medjugorje es una invitación a la que responder si uno quiere. Yo la recomiendo, porque he estado allí y a mí me ha encantado. Pero cada uno es libre de hacer lo que quiera. Aunque creo que es como que te inviten a una fiesta sorprendente y quedarte en casa viendo la tele. Y el libro es algo parecido, una propuesta que hago al lector de disfrutar, de leer por el sano interés de conocer, nada más. Son tantas las historias falsas y mal contadas que pululan sobre Medjugorje que te da pena que haya gente que se pueda perder una historia con conlleva tanto bien para las personas, en un momento en el que además, todos estamos muy necesitados de bien. Medjugorje realmente abre una ventanita en la tierra desde la que tal vez no se vea el cielo, pero sí que se puede oler. Tal vez no se vea, pero se huele. Y es una alegría. Puedo asegurar que este libro sorprende, tal vez no tanto por la valía de su autor, sino por lo asombroso al mismo tiempo que cercano de su historia. Está sucediendo ahora, y eso le hace al lector protagonista de ella. *La presentación de «Medjugorje» tendrá lugar el próximo martes, 30 de Junio en el Hotel NH Eurobuilding, Salón Edimburgo a las 20:00 horas (c/Padre Damián 23)