(ReL) En los últimos años los juzgados norteamericanos, amparándose en demandas de “derechos civiles”, están produciendo un rosario de sentencias contrarias a la instalación de cualquier signo religioso en un espacio público, por conforme que sea ese símbolo a las costumbres y tradiciones cristianas de Estados Unidos. El último caso ha tenido lugar en Stigler, un pueblo de 3.000 habitantes situado en Oklahoma, en plena “América profunda”, donde aún no ha llegado en toda su plenitud la fobia antirreligiosa de las adineradas élites progresistas de la Costa Este y la Costa Oeste. La comunidad local quiso honrar los Diez Mandamientos instalando un monumento de piedra de dos metros y medio de altura donde está grabada la Ley de Dios. Y lo ubicó a la entrada de los juzgados del condado. Enseguida una asociación por las “libertades civiles” puso sus ojos en el suceso y encontró una persona residente en el pueblo, Jim Green, dispuesto a poner una demanda alegando que el monumento le ofendía. El caso saltó a todos los medios de comunicación del país y provocó controversia durante semanas, hasta que este lunes llegó el fallo judicial: habrá que quitar el monumento, porque el hecho de que las autoridades locales lo autorizaran en 2004 “tiene como primera consecuencia el apoyo a una religión”. La razón, añade la sentencia, es que los promotores y constructores del monumento “son cristianos”, lo construyeron en cuanto tales, y el respaldo municipal se les dio haciendo referencia a las creencias cristianas. Esta sentencia anula una decisión judicial anterior, que afirmaba que las autoridades no habían traspasado los límites de la “neutralidad religiosa” que exige la Constitución. Pero el que está ahora en apuros es el gobernador, el demócrata Brad Henry, muy popular y reelegido en 2006 con la mayor diferencia de votos obtenida en el Estado de Oklahoma en el último medio siglo. Henry, quien respaldó a Barack Obama durante la carrera presidencial del año pasado, firmó en 2008 una iniciativa legislativa del Estado (aprobada por 83 votos contra 2 en la Cámara de Representantes, y por 38 a 8 en el Senado) para instalar en el Capitolio de Oklahoma City un monumento similar al que ahora se considera ilegal en Stigler. Los grupos radicales, que entonces le criticaron por ese apoyo, se ven ahora reforzados en sede judicial. El impulsor del monumento del Capitolio, el republicano Mike Ritze (quien lo financiará personalmente), defiende el monumento por las raíces cristianas de Estados Unidos: “Nuestras leyes proceden de las leyes de Inglaterra, que a su vez hunden sus raíces en la ley mosaica”, dijo. Este lunes “lamentó” lo que ha pasado en este pequeño pueblo de Oklahoma donde, una vez más, una decisión judicial a instancia de los “derechos civiles” choca con el sentir del pueblo y de los legisladores.