(Nicolás de Cárdenas/ReL) «Vivimos una ficción y esa ficción se ha tornado inevitable». Con esta sentencia de Vaclav Havel, el ex rector de la Universidad de Navarra ha dado comienzo a su reflexión sobre la democracia y la racionalidad, que ha inugurado la segunda jornada del curso «Ética y futuro de la democracia» que se celebra en la Universidad San Pablo CEU de Madrid, en colaboración con la Fundación García Morente. Ficción que, lejos de circunscribirse sólo a la República Checa natal de Havel, abarca a todas las democracias occidentales de la actualidad según Llano, y que se caracterizan por haberse convertido en sistemas de «despotismo blando» –según la terminología de Toqueville–. Esta forma «específica» de despotismo democrático no se corresponde con un estado de terror y violencia a la usanza de los despotismos del Antiguo Régimen, sino por un «Gobierno aparentemente suave y paternalista, que mantiene las apariencias pero que está inmerso en un poder tutelar» contra el que sólo cabe como defensa una «vigorosa cultura política» que refuerce el «estado moral y cultural del pueblo». Por desgracia, ha señalado Llano durante su intervención, a pesar de eminentes figuras intelectuales y morales del momento que empiezan en el propio Benedicto XVI «el catolicismo hoy no se caracteriza por su densidad intelectual». Sin embargo, lo más preocupante a juicio del catedrático es que «no hay una preocupación por formar en las cosas fundamentales». A lo largo de su discurso, Llano ha señalado que «la gran ausente de las democracias actuales es la cultura democrática», cuyo elemento clave es la racionalidad, que no se confunde con las ideologías y el pragmatismo económico. Por otro lado, ha denunciado que el discurso cultural sólo está en la izquierda y que «el marxismo, que ha sido su inspiración intelectual, hoy es un paradigma imposible». Aún más, ha señalado que «la izquierda europea juega al escondite consigo misma, pero con habilidad para los temas sociales».