(P.J. Ginés/Forumlibertas) En la gran manifestación celebrada en Madrid el 18 de julio de 2005 en defensa del matrimonio los católicos descubrieron que eran muchos (500.000, según la prensa italiana) y podían salir a la calle. Antes no lo sabían. De hecho, antes del viaje de Juan Pablo II a España en mayo de 2003, tampoco los obispos pensaban que el catolicismo español pudiera sacar cientos de miles de jóvenes y familias a las calles. En la manifestación de 2005, como ya explicamos en la crónica de ese día en ForumLibertas, muchas personas llevaban carteles con el lema: «obispos, sed valientes, no estáis solos». Desde entonces, el número de obispos valientes ha ido creciendo en España. Y en el mundo, como demostraremos con 3 casos internacionales: Obispos valientes en Notre Dame La decisión de la universidad «católica» de Notre Dame, Indiana, de conceder un premio «Honoris causa» a Barack Obama, el presidente de EEUU con un perfil más abortista en toda la historia, causó la protesta de, al principio, algunas asociaciones y estudiantes, después de cientos de miles de personas, y, poco a poco, de un goteo incesante de obispos. El último recuento de LifeSiteNews habla de 83 obispos norteamericanos que públicamente se han manifestado contra ese premio. La prensa secular señala que hay unos 265 obispos en activo en EEUU, como si 83 obispos no fuesen muchos. La prensa especializada, en cambio, sabe que es un hecho insólito, que no es normal ni frecuente que un obispo de Texas o de California hagan declaraciones acerca de algo que pasa en Indiana. De hecho, ¡a menudo los obispos evitan manifestarse incluso por cosas que pasan en su propia diócesis! Los 83 obispos han mostrado coraje al pedir que no se premie a Obama, el hombre que ha seducido a masas enormes de votantes como un mesías. Hay que decir que antes de los obispos, fue el pueblo. Y una organización universitaria nacida para recatolizar la universidad católica: la Cardinal Newman Society. La eficacia de sus protestas es clara cuando repasamos las cifras de actos honoríficos en universidades católicas a favor de figuras políticas o sociales contrarias a las enseñanzas básicas de la Iglesia sobre vida, familia o valores: En 2006 fueron 24 estos escándalos. En 2007 fueron 13. En 2008 fueron 8. Después de lo de Notre Dame (que ha reconocido que perderá 8,2 millones de dólares por benefactores molestos que retiran sus ayudas a la Universidad), parece que invitar a un pseudo-católico pro-aborto o disidente a una universidad católica se va a convertir en un raro deporte de riesgo. El pueblo católico protesta y la respuesta valiente de los obispos puede cambiar muchas cosas. Obispos valientes en Francia Francia es un país mucho más descristianizado que Estados Unidos o España. Su jerarquía, por lo general, ha procurado "no molestar" al único régimen oficialmente laicista de Europa. Pero hay una forma de medir un cambio: los obispos en la manifestación anual de enero en París en defensa de la vida. Esta marcha (aconfesional, con católicos y protestantes) empezó a celebrarse en 2005 en París, lamentando los 30 años de la ley abortista de Simone Veil (hoy Veil admite que el feto es un ser humano). Eran unos 10.000 manifestantes. En 2007 aparecieron pública y activamente en ella 4 obispos: Bagnard (de Belley-Ars), Centène (de Vannes), Cattenoz (de Avignon) y, por supuesto, Dominique Rey (de Toulon). En 2008, a estos se les sumó el obispo Fort, de Orléans. En 2009 ya eran 9 los obispos valientes que acudían a la cita provida de cada enero: a los veteranos se les sumaban Aillet (de Bayona), Boulanger (de Sées) y Jacolin (de Mende). Y además, el apoyo de 6 obispos eméritos (Madec, de Toulon; Gaidon, de Cahors; Séjourné, de Saint-Flor; Poulain, de Périgueux, Firkart, emérito auxiliar de París; Boucheix, emérito auxiliar de Avignon). Los manifestantes, entre 15.000 y 20.000. Muy poco, comparando con España. Pero con la presencia constante de los obispos cada año... y cada vez más. Obispos, sed valientes: no estáis solos. 24 obispos valientes en Canadá Canadá es un país enorme, con sólo 33 millones de habitantes. Recorrer el continente para ir a una manifestación es difícil. Es además un país descristianizado: en 1955, el 80% de los habitantes de Quebec eran católicos; en el 2000 lo eran sólo el 8%. En este contexto, la Marcha por la Vida de 2008 en Ottawa contó con unas 8.000 personas. Y la del 14 de mayo de 2009, contó con 12.000 personas. Pero esta Marcha por la Vida de 2009 incorporó una novedad: 12 obispos católicos en las calles de Ottawa y el apoyo oficial de la Conferencia Episcopal. Algo que no se había hecho en manifestaciones anteriores. Las misas por la vida en la Basílica de Notre Dame (francófona) y la de San Patricio (anglófona) llenaron los templos de gente. Los asistentes fueron el cardenal de Quebec (Marc Ouellet), los arzobispos de Ottawa (Prendergast), Toronto (Collins) y Kingston (OBrien); y los obispos Michael Mulhall, Ronald Fabbro, John Pazak (de los católicos eslovacos), Stephen Chmilar (de los católicos ucranianos), Jean-Louis Plouffe, Peter Sutton (emérito) y Paul-André Durocher. Pero, además, hubo pequeñas manifestaciones en muchos otros puntos del país: y a ellas fueron otros 12 obispos más: en New Brunswick, el arzobispo Robert Harris; en Alberta, el arzobispo Richard William Smith y los obispos Henry, André Bouchard, y Pettipas; en Columbia Británica, el arzobispo Michael Miller y los obispos Gagnon y Monroe; en Saskatchewan, el arzobispo Daniel Bohan, el obispo Albert LeGatt y los obispos católico-ucranianos Bryan Bayda y Kenneth Nowakowski. ¿Por qué los obispos canadienses decidieron en la plenaria de Septiembre apoyar tanto las marchas por la vida? Sin duda, tiene que ver con el escándalo del abortista Morgentaler, un «rey del aborto» canadiense al que se le concedió la «Orden de Canadá». Es como si al doctor Morín le dieran en España el premio Príncipe de Asturias. La sociedad civil se escandalizó: protestaron más de 40 asociaciones, se recogieron decenas de miles de firmas contra ese premio, y nueve premiados anteriormente devolvieron sus órdenes de Canadá, incluyendo al cardenal de Montreal, Jean-Claude Turcotte, y otras grandes personalidades de la solidaridad y la promoción humana. Ese fue el momento en que los obispos protestaron por dar este premio a un empresario del aborto cuya aportación a la sociedad canadiense ha sido, básicamente, matar niños canadienses. Los obispos que alzaron su voz públicamente contra ello en su momento fueron: Thomas Collins, arzobispo de Toronto; Terrence Prendergast, arzobispo de Ottawa; Richard Smith, arzobispo of Edmonton; Raymond Roussin, arzobispo de Vancouver; Brendan M. OBrien, arzobispo de Kingston; James Weisgerber, arzobispo de Winnipeg; Ronald Fabbro, obispo de London; James Wingle, obispo de St. Catharines; Fred Henry, obispo de Calgary; Nicola De Angelis, obispo de Peterborough; Valéry Vienneau, obispo de Bathurst; Vernon Fougere, obispo de Charlottetown; Albert LeGatt, obispo de Saskatoon. Es decir: los obispos protestaron y decidieron en Septiembre apoyar la Marcha de mayo. A fondo. Casi todos los que no vivían al otro lado del continente acudieron a la manifestación de Ottawa y los otros se manifestaron cerca de casa. El caso de España No hay duda de que si los obispos españoles se organizan, pueden sacar a cientos de miles de españoles a las calles. Ya lo demostraron en 2005 en defensa del matrimonio, en 2006 en defensa de la educación y en las dos grandes misas del Día de la Familia. La manifestación de hace pocos meses de «Derecho a Vivir» fue un gran éxito sin haber contado con la movilización de las iglesias diocesanas ni de los movimientos. Sí, los obispos deben ser valientes y convocar a los laicos. Pero España tiene una particularidad: su gravísimo nivel de anticlericalismo. La izquierda anticristiana sabe que consigue movilizar muchos votantes y simpatías viscerales echando cristianos a los leones y acusándoles de la quema de Roma o de la crisis (o de la guerra e Irak, o de las cruzadas, la Inquisición o la Guerra Civil). Por eso, los obispos deben ser valientes, como los de Francia, Canadá y Estados Unidos, pero dejando el protagonismo a los laicos. Son los laicos los que deben ir a los debates de televisión, los que deben llevar la pancarta, los que deben hacer los discursos y firmar los manifiestos. El papel de los obispos españoles es llenar los autobuses, sacar la gente de la parroquia a la calle en un ambiente festivo y predicar en las homilías la Cultura de la Vida y arengar al católico a defenderlo en las calles, el voto y la vida cotidiana y solidaria. Los casos de EEUU, de Francia y de Canadá son casos de obispos valientes, sin tener detrás las muchedumbres que en España están dispuestas a movilizarse. Por eso, con inteligencia, sin protagonismos, y dando la pancarta y el micrófono a los laicos... ¡obispos, sed valientes, no estáis solos!