(A.N/P.G./La Razón) Durante 150 años han vivido a la sombra de su hija, santa Teresita de Lisieux. Es lo que tiene ser los padres de la doctora más joven de la Iglesia católica y maestra del camino de la infancia espiritual. Pero la biógrafa Hélène Morgin quiere reivindicar las figuras de Louis y Zélie Martin a través de su nuevo libro «Santos de lo ordinario» (Homolegens). «En sus vidas resplandecen unas virtudes humanas en grado heroico, forjadas en la sencillez de la vida ordinaria», afirma en el prólogo del libro Jorge Fernández Díaz, vicepresidente del Congreso de los Diputados. Para Fernández Díaz, «la vida de los esposos Martin está orientada en un vivir por y para Dios». «Louis y Zélie serán muy de Dios siendo profundamente humanos», añade el político. Un santo relojero Louis Martin Guérin, a los 20 años, era relojero, vivía en Suiza y quería ser monje, pero en el monasterio montañés de San Bernardo no admitían a nadie que no supiese latín. Zélie también intentó ingresar en las Hermanas de San Vicente, en Alençon, pero no le vieron vocación. Se conocieron en esa ciudad y se casaron en 1858. Al principio querían vivir como hermano y hermana, es decir, sin mantener relaciones íntimas, pero su confesor les hizo cambiar de idea y tuvieron 9 hijos, entre ellos la hoy famosísima Teresita. Las 218 cartas que se conservan de Zélie, desde 1863 hasta su muerte en 1877, registran el ritmo de la vida con la guerra de 1870, las crisis económicas y los nacimientos y las muertes de cuatro de sus bebés. En ellas se descubre su vida cotidiana: misa diaria a las cinco y media de la mañana; ángelus y vísperas; reposo en domingo; ayunos en Cuaresma y Adviento... pero también bromas y juegos. Ella y su esposo invitaban a pobres a comer en su casa y visitaban ancianos. Zélie murió de un dolorosísimo cáncer a los 46 años. Louis quedó con cinco hijas pequeñas: Marie, Pauline, Léonie, Céline y Teresita, que sólo tenía cuatro años y medio, pero siempre recordaría a su madre como una santa. El testimonio de la hija ha ayudado a la beatificación de la madre. Louis y las niñas se mudaron a Lisieux, donde contaban con apoyo familiar. Allí todas las chicas entrarían en diversas órdenes religiosas, tres de ellas en el Carmelo. Él murió en 1894 después de padecer una grave enfermedad mental. Muchos han propuesto su vida de santidad cotidiana como modelo para nuestra época de familias rotas y desestructuradas.