R.B./ReLTom Hanks, que interpreta en la versión cinematográfica del segundo éxito de Dan Brown, "Ángeles y demonios", a un especialista en simbología de la Universidad de Harvard, lo tiene más que claro. Al que no le guste, que no vaya al cine a verla. Y se puso de ejemplo: "hay muchas tipos de películas que no me gustan. Yo no he visto ninguna de las de El Juego del Miedo (Saw), y es porque no estoy interesado en las películas de tortura. Y por eso no las voy a ver". La cinta, que será estrenada el próximo 13 de mayo en el festival del Cannes, viene precedida por la polémica suscitada por el libro y la película que, bajo el título de "El código da Vinci" fue intensamente criticada desde ámbitos laicos y eclesiales del mundo católico en el pasado. El secretario general del Foro Secular Católico, Joseph Dias, considera al respecto que la objeción a la idoneidad de la cinta no podría realizarse si se hubieran dejado de lado a figuras históricas y a la Iglesia Católica. "Sin embargo, esto no ha pasado y el film tiene que ver con una serie de personajes históricos y eventos, con mentiras sobre ellos y una satanización de la Iglesia Católica en toda la trama. Las mentiras en la película hacen complicado que uno separe lo que es ficción; y quienes no están familiarizados con la historia de la Iglesia Católica están condenados a irse, después de verla, con una mala opinión de ella". Como abunda el obispo emérito de Nardò-Gallipoli (Italia), monseñor Antonio Rosario Mennonna, de 103 años de edad y uno de los tres obispos vivos nacidos en 1906, la cinta "tiene un contenido altamente denigratorio, difamatorio y ofensivo para los valores de la Iglesia y el prestigio de la Santa Sede", al tiempo que la consideró como una "estupidez inutil". Más alla de la ofensa, el error Entre los motivos que enumera Joseph Dias para tachar de "anticatólica" la película, sorprende advertir que algunos, además de los que son directamente difamatorios contra la Iglesia católica, muchos otros faltan a la verdad de los asuntos más terrenos. En esta entrega, el protagonista es reclutado por la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), que se ha visto obligada a abrir un espacio en su propia web para responder a las preguntas concernientes a lo que Brown plantea. En primer lugar, el “CERN no es un instituto suizo - como plantea el autor-, sino una organización internacional” radicada mayoritariamente en Suiza, aunque tambén en Francia. La película también narra cómo la secta Illuminati pretende crear una bomba de tiempo a partir de la antimateria lo que, según el propio CERN es imposible: “no existe la posibilidad de usar la antimateria como una fuente de energía". Otra de las incongruencias estriba en que Brown coloca a Galileo como uno de los miembros de los Illuminati supuestamente perseguidos por la Iglesia. Galileo murió en 1642. Los Illuminati fueron fundados "por un profesor de leyes llamado Adam Weishaupt, en Baviera, Alemania, el 1 de mayo de 1776", 134 años depués, según apunta Dias. En lo referente a aspectos relacionados con la propia Iglesia católica, en la película de Brown se da por buenos cosas tales como que un sacerdote -que posteriormente accederá a la cátedra de Pedro- y una monja, deciden inseminarse artificialmente para no romper el voto de castidad; que la Iglesia católica ve a la ciencia como un enemigo; que la tradición de la Iglesia de la canonización está tomada de un antiguo rito "para hacerse dios"; que Pío IX se dedicó a mutilar sexualmente martillo en mano todas las esculturas del Vaticano en 1857, mientras que Urbano VIII, en el mismo sentido, rechazó "el éxtasis de Santa Teresa" de Bernini por considerarlo sexualmente explícito. Queda claro pues, por qué, el co productor de la película, Brian Grazer, ha manifestado que con la precuela de "El Código da Vinci" han buscado una cinta "menos reverente" (sic).