(Zenit/ReL) Según explica un comunicado de la Oficina de Información de la Santa Sede, durante la audiencia el Papa "escuchó sus relatos y preocupaciones". La nota vaticana revela que "Su Santidad recordó que desde los primeros días de la presencia en Canadá de la Iglesia, en particular a través de sus misioneros, ha acompañado de cerca a los indígenas". "Dado el sufrimiento que algunos niños indígenas experimentaron en el sistema escolar de Escuelas Residenciales de Canadá, el Santo Padre expresó su dolor ante la angustia causada por la conducta deplorable de algunos miembros de la Iglesia y ofreció su comprensión y solidaridad y en la oración", subraya la Santa Sede. Según el comunicado, "Su Santidad subrayó que los abusos no pueden ser tolerados en la sociedad. Rezó para que todos los afectados puedan sanar las heridas y alentó a las personas de los Primeros Pueblos a seguir avanzando con renovada esperanza". A finales del siglo XIX el gobierno canadiense decidió crear internados para educar a los niños nativos, que fueron administradas por diócesis y comunidades religiosas católicas, así como por otras iglesias y comunidades cristianas, con financiación del gobierno del país. Se estima que 100.000 niños autóctonos estudiaron en estas escuelas. "Fueron separados de sus familias y sometidos a la cultura occidental, prohibiéndoseles el uso de su idioma, la práctica de su religión y del estilo de vida tradicional. Además fueron sujetos al proceso de enculturación forzada y muchos de ellos fueron víctimas de abusos sexuales y físicos", informa el Vatican Information Service (VIS). El pasado 15 de abril, en las oficinas de la Asamblea de los Primeros Pueblos, en Ottawa, el arzobispo Weisgerber, en presencia del jefe Fontaine, explicó que el encuentro con el Santo Padre debería servir como un testimonio de la mutua determinación de la Iglesia católica en Canadá y de los Primeros Pueblos para lograr una renovada alianza y un nuevo inicio. El arzobispo Weisgerber recordó la petición de perdón que emitieron a partir de los inicios de los años noventa del siglo pasado, las comunidades religiosas y las diócesis católicas que participaron en la dirección de escuelas residenciales. El presidente de la Conferencia Episcopal consideró que las escuelas residenciales para indígenas "tuvieron que afrontar terribles desafíos, incluyendo importantes diferencias culturales, la falta de fondos del gobierno, fallos humanos y, lo que es peor, casos de abuso y crueldad". Ahora bien, añadió el representante de la Iglesia, "hay algo que es más triste todavía: los sufrimientos de los pueblos autóctonos de Canadá no han quedado como algo del pasado, como es el caso de las antiguas escuelas residenciales. La marginación y la pobreza siguen afligiendo a los pueblos aborígenes de nuestro país. Sus necesidades sociales, económicas, y culturales son hoy de una urgencia tan grave que todos los canadienses deben ofrecer su colaboración a las personas indígenas para abrir el camino al respeto, la aceptación y la igualdad". El prelado reveló que "en el pasado otoño, el jefe nacional Fontaine invitó a los obispos católicos de Canadá, y con ellos a todas las comunidades católicas, a unirse con los pueblos aborígenes en una nueva alianza. Como respuesta, las diócesis católicas, así como las órdenes religiosas católicas, organizaciones eclesiales y otras agencias están renovando sus esfuerzos para movilizar a sus respectivas comunidades y fuerzas". "Es una estupenda oportunidad en la historia de la Iglesia y de los pueblos aborígenes. Es el momento más prometedor de reconciliación, de construcción de puentes, de una renovada alianza y de un nuevo diálogo", aseguró el arzobispo. "El Papa es un constructor de puentes. Es el significado de la palabra pontífice. Por esta razón, nos ha invitado a visitarle en Roma, como gesto de reconciliación y sanación. Aceptando esta invitación, como representantes de la Iglesia católica en Canadá y de los Primeros Pueblos, podemos mostrar y celebrar nuestra mutua determinación por una renovada alianza y un nuevo inicio", concluyó.