(Montse Serrador/Abc) Monseñor Rodríguez Plaza ha sido elegido esta semana por Benedicto XVI para pastorear la sede primada de España, de la cual podría tomar posesión el domingo 21 de junio. Mientras tanto el cardenal Antonio Cañizares Llovera seguiría como administrador apostólico de Toledo: -¿Es consciente de que desembarca en la Archidiócesis más importante de España y de que aumenta su peso en la Iglesia? -Es posible, pero también es cierto que cada obispo es obispo en su diócesis. Si el arzobispo de Toledo tiene que distinguirse será por servir a sus hermanos y a sus comunidades cristianas. -¿Qué deja en Castilla y León? -Veintiún años de mi vida muy importantes. De las tres diócesis a las que he estado sirviendo -Osma-Soria-Salamanca y Valladolid- me llevo la cercanía de la gente, el entender en todas sus facetas el hecho cristiano y, por supuesto, sus paisajes, su arte, sus iglesias y sus personas. -¿Con qué ánimo llega a Toledo? -Me gustaría ser arzobispo de Toledo y servir a sus comunidades y conocerlas. -Y después cardenal.-Eso depende del Papa, no de mí. Me figuro que los diocesanos de Toledo esperarán que su obispo electo pasado un tiempo sea cardenal, pero no es una preocupación.-¿Le asusta? -No. Sé que es una responsabilidad, porque ahora lo que significa ser cardenal es ayudar al Papa en la Iglesia de una manera concreta, introduciéndose en la vida de las diócesis y sobre todo ver que el Papa te puede encomendar una misión. Eso es una responsabilidad grande. Pero no estoy obsesionado o preocupado por ello. Es una cosa que depende del Papa y, por tanto, si me lo pide aceptaré. -Se dice que usted era el candidato del cardenal Rouco, frente al candidato de Cañizares. -Eso es una manera de pensar como si aquí hubiera campañas electorales y están fuera de lugar esas especulaciones. Aquí no hay candidatos, hay una presentación de unas personas que el Papa elige con sus colaboradores y, por lo tanto, no me considero yo candidato ni de unos ni de otros porque eso sería juzgar mal a mis hermanos obispos. -En Valladolid se ha caracterizado por no frecuentar a los políticos. ¿Mantendrá esa actitud? -Yo me creo la separación Iglesia-Estado y entiendo la cooperación pero cada uno en su ámbito, lo que no significa que no haya buenas relaciones pero sin que se confundan las cosas y eso también lo quiero en mi nueva tarea. -¿Cómo ve las relaciones actuales Iglesia-Estado? -Me parece que debemos ver lo que significa el Estado, el Gobierno, la Iglesia y la jerarquía de la Iglesia y ver que cada uno tiene sus competencias y el que pueda haber discusión en algunos temas o debates no significa que la Iglesia ponga en suspenso lo que es el Estado, la sociedad democrática o el orden constitucional. Y por parte del Gobierno también se darán cuenta de que hay temas donde se puede discutir y tener un punto de vista diferente, pero eso no significa que seamos adversarios o queramos legislar. La fe no legisla pero es indudable que es importante para la vida de una inmensa mayoría de españoles. -Usted no ha hecho demasiada crítica política hasta que se ha topado con la Ley del aborto o Educación para la Ciudadanía. -No creo que tuviera que hacer una crítica en otros campos que a mí no me competen pero en temas que no son sólo confesionales sino que son humanos y antropológicos tenemos todo el derecho a mostrar lo que nos parece. -¿Cómo se desarrolla la campaña en defensa de la vida? -Hemos hecho una campaña de publicidad porque nos parecía que no deja de ser un verdadero desastre el número de embarazos no queridos y que se piense que la solución es el aborto. Es la peor solución. Es una campaña que ha calado, y el Parlamento hará lo que crea conveniente.