(G. Gregorio Tobin/Seton Hall University/ReL) El P. Stanley L. Jaki, O.S.B, autor húngaro de nacimiento, mundialmente reconocido, físico, filósofo y teólogo falleció el martes 7 de abril en Madrid, a consecuencia de una crisis cardiaca.
Conocido como destacado pensador en las áreas de la relación entre teología y ciencia, Jaki fue galardonado con el Premio Templeton en 1987.
Fue nominado por delinear "la importancia tanto de las diferencias, como las semejanzas entre la ciencia y la religión, aportando un enriquecimiento significativo y equilibrado sobre este tema".
Había viajado a España desde Roma, donde había impartido clases la semana pasada sobre su último libro en la Casina del Papa Pío IV, de la época renacentista, sede de la Academia Pontificia de Ciencias, de la que fue miembro honorario desde 1990. Tenía 84 años de edad.
El padre Jaki pertenecía a la orden religiosa benedictina, a la que se incorporó como novicio en 1942, profesó sus votos solemnes en 1944 y fue ordenado sacerdote en 1948. Le sobreviven dos hermanos suyos, también sacerdotes benedictinos: el P. Zeno Jaki, OSB, y el P. Theodose Jaki, OSB, que residen en la Archi-Abadía de San Martín, en Pannonhalma, Hungría.
Era el último co-fundador vivo, de la fundación, junto con otros seis sacerdotes húngaros, del Priorato de Woodside, en Portola Valley, California. Trabajó allí como ecónomo de 1957 a 1960. Más tarde abandonó la jurisdicción de dicho priorato, cuando se fusionó con otro de Manchester, Nueva Hampshire, pero continuó siendo benedictino bajo la la directa supervisión del archi-abad de Pannonhalma.
Jaki fue Profesor en en los cursos 1974-75 y 1975-76 de la Cátedra Gifford de la Universidad de Edimburgo, cargo académico prestigioso de cien años de antigüedad en las materias de filosofía y teología, que ha tenido como profesores en el pasado a Hannah Arendt, John Dewey, William James y Albert Schweitzer.
Relación entre fe y razón
El padre Jaki estaba profundamente comprometido con la interrelación entre la fe y la razón, argumentando que el florecimiento de la ciencia en Europa estaba intrínsecamente relacionado con la comprensión cristiana de la Creación y la Encarnación.
"A pesar de que el mundo fue Creación de Dios y, como tal, debe ser profundamente respetado, el mundo mismo no posee una divinidad intrínseca”, afirmó el padre Thomas G. Guarino, profesor de teología en la Seton Hall.
"El trabajo del P. Jaki dilucidó la noción de que en la comprensión de lasmismas leyes del universo físico, la ciencia se abría naturalmente hacia la afirmación de la fe." Se incorporó a la facultad de la Seton Hall University en 1965, alcanzando el rango de Profesor Distinguido de la Universidad en 1975. Además de las conferencias en la Cátedra Gifford, el magisterio de Jaki se extendió a todos los Estados Unidos y Europa, en las Universidades de Yale, Harvard, Oxford, la Sorbona y la Universidad Gregoriana en Roma, entre decenas de instituciones.
Publicó más de 40 libros y cientos de artículos, capítulos y ensayos durante más de 50 años. Escribió ampliamente sobre la historia de la ciencia y las cuestiones religiosas, incluyendo varios volúmenes de John Henry Newman. Sus libros incluyen The Relevance of Physics, Science and Creation, Chesterton: A Seer of Science, God and the Cosmologists y The Purpose of It All.
Su obra final son las Lectures in the Vatican Gardens. El padre Jaki recibió el doctorado en Teología en el Pontificio Instituto de San Anselmo, Roma, en 1950 y en Física en la Universidad de Fordham en 1957. Realizó un post-doctorado en la Universidad de Stanford yen el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton.
Recibió numerosos doctorados honorarios, entre ellos el de la Universidad de Seton Hall en 1991. Las obras del padre Jaki, como las de su predecesor Duhem, y otros autores semejantes, no suelen estar traducidas al castellano.
Hace unos años, el profesor Mariano Artigas se refería en su artículo en Arvo.net "Tres casos: Galileo, Lavoisier y Duhem" a las importantes aportaciones del P. Jaki.
El origen cristiano de la ciencia
“Jaki afirma que en las grandes culturas de la antigüedad (Babilonia, Egipto, Grecia, Roma, India, China, etc.), la ciencia experimental no encontró un terreno propicio. Más bien, los escasos intentos de nacimiento acabaron en sucesivos abortos. Un factor determinante fue que en esas culturas se representaba la naturaleza como sometida a unas divinidades caprichosas, o se pensaba en ella de modo panteísta. Jaki examina estos problemas desde el punto de vista histórico y concluye que el nacimiento de la ciencia moderna sólo fue posible en la Europa cristiana, cuando se llegó a dar lo que llama la «matriz cultural cristiana»".
"Esa matriz cultural incluía la creencia en un Dios personal creador, que ha creado libremente el mundo. Porque la creación es libre, el mundo es contingente, y sólo lo podemos conocer si lo estudiamos con ayuda de la observación y la experimentación. Porque Dios es infinitamente sabio, el mundo es racional y sigue leyes; como afirma repetidamente la revelación cristiana, el mundo está lleno de orden. Porque Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, el hombre participa de la inteligencia divina y es capaz de conocer el mundo".
"De hecho, es fácil comprobar que los grandes pioneros de la ciencia moderna compartían estas convicciones, que las tenían porque eran cristianos y vivían dentro de una matriz cultural cristiana, y que en algunos casos ellos mismos afirmaron la importancia que esas ideas tenían para su trabajo científico”.
Del mismo modo, el profesor Tomás Alvira publicó en noviembre del año pasado, en su artículo "Ciencia y fe, nunca contrarias, siempre complementarias", una invitación a leer al P. Jaki y una entrevista realizada por Molly Baldwin y Patricia Pintado para la revista “Atlántida” de Enero de 1991: “Nadie debe unir lo que Dios ha separado”, como “una bonita invitación a nuestros lectores a no tenerle miedo a las ciencias, porque conociendo sus límites, podremos entender su propia grandeza y conjugarlas con la filosofía y la teología”