(J. Albo/Larioja.com/ReL) Sorprendente. Quienes han conocido las tres ediciones anteriores de La Rioja. Tierra Abierta coincidían ayer en la singularidad de la exposición que puede visitarse ya en la catedral calceatense. En ella, la a priori inconcebible fusión entre tecnología y espiritualidad se resuelve a base de creatividad y originalidad a lo largo de un recorrido que diversifica su oferta para hacerse apto a todos los públicos. El preámbuloAcceso a la exposición La visa del cielo El reformado acceso al museo catedralicio, por la calle Del Cristo, es el punto de salida de este singular y metafórico camino de redención. Pasado y presente se funden en un claustro engullido por las instalaciones efímeras levantadas en él para la muestra, que el visitante recorre con una tarjeta electrónica que le garantiza la interactividad. Previamente, se registra y fotografía frente a unas pantallas colocadas a diferentes alturas, para adultos y niños. Su imagen, y el currículum de espiritualidad que irá forjando a lo largo del itinerario expositivo aparecerá después en una de las pantallas haciendo uso de la tarjeta. Área del pecadoPatio del claustro Empieza el recorrido "Bienvenidos a este jardín de maravillosa fecundidad, rebosante de agua y vegetación". Es lo primero que el visitante puede leer junto a un vanguardista Árbol del bien y del mal. Pasa por el Jardín del Edén, el antes del pecado, un mundo idílico que Adán y Eva echaron al traste "cuando se alejaron de Dios y se dejaron guiar por la serpiente". El concepto de pecado empieza a ilustrarse a través de obras de arte inspiradas en la ruptura con Dios y paneles informativos sobre las distintas clases de pecados (capitales, sociales, en las religiones, etc). También se brinda un juego de saltar (literalmente) pecados que aparecen en una pantalla. Es la antesala del infierno, simbolizado con explosiones y llamas proyectados, un bodegón putrefacto... Área de la penitenciaClaustro Camino de salvación La pila de San Vicente de la Sonsierra recibe al visitante anunciándole que su salvación es posible. Pare ello, primero, debe bautizarse: su propia imagen se proyecta en una pantalla gigante y sobre ella caen textos relacionados con el sacramento. Arrepentíos, demanda después un rótulo que preside una estancia plena en cuadros y esculturas vinculadas a temas penitenciales: María Magdalena, San Roque, San Jerónimo Penitente, San Francisco recibiendo los estigmas... El visitante prosigue su recorrido y se da de bruces con una tentadora manzana gigante que pende en el centro de una estancia revestida totalmente de espejos. Levanta tu cruz. Es otra invitación, y no metafórica sino real, materializable en un pesada madero profusamente grabado de cuestiones negativas. En esta misma área se puede visitar la Sala Capitular, espacio que, además de albergar la platería de la catedral, se dedica a la figura de Santo Domingo de la Calzada. Área del perdónOtra parte del claustro La subida al cielo Avanzando entre cortinajes blancos, más obras de arte (entre ellas, otra de las cedidas por los Museos Vaticanos, Jesús crucificado entre dos ladrones) y pantallas que proyectan personajes y momentos históricos de la humanidad, llega el momento de descargarse de los pecados. Ello es posible, haciendo uso de la tarjeta, en una pantalla táctil horizontal, en la que se resume el recorrido que cada persona ha hecho por la exposición. Y de ahí, al cielo. El empinado camino que conduce a la azotea de la catedral -no accesible para cualquier persona- desemboca en unas buenas vistas de la ciudad y, sobre todo, en una gran semicúpula en cuyo interior, plácidamente tumbados, pueden presenciarse tridimensionales imágenes celestiales y relajantes. Un buen final. Fin de la visitaNave central Paseo por la catedral Pero el cielo no está asegurado, y toca regresar al terrenal mundo, no sin antes echar un privilegiado vistazo a la torre exenta desde uno de los miradores que quedan a medio camino. Ya en la nave central, la visita se puede completar con un recorrido por la remozada catedral. De cara a la exposición, organizada por el Gobierno de La Rioja y la Fundación Caja Rioja, se ha renovado el pavimento, sustituido la iluminación e informatizado el retablo mayor y las capillas para su mejor interpretación.