Benedicto XVI cumplió el tercer año de su pontificado este sábado oficiando la primera misa celebrada por un papa en la catedral San Patricio de Nueva York. El Papa fue acogido con una gran ovación a su entrada en la catedral por los cerca de 3.000 asistentes a la misa, en su mayoría religiosos, que se levantaron y aplaudieron durante algunos minutos. Durante su homilía volvió a abordar la cuestión de los abusos sexuales por parte de sacerdotes católicos. "Querría decir unas palabras sobre los abusos sexuales que han causado tantos sufrimientos. Ya he tenido ocasión de hablar de esto y del consiguiente daño para la comunidad de los fieles. Ahora deseo expresaros sencillamente, queridos sacerdotes y religiosos, mi cercanía espiritual, al mismo tiempo que tratáis de responder con esperanza cristiana a los continuos desafíos surgidos por esta situación", agregó el sumo pontífice, quien expresó su deseo de que "éste sea un tiempo de purificación para cada uno y para cada Iglesia y comunidad religiosa, y también un tiempo de sanación."
Benedicto hizo también un llamamiento a la unidad de todos los que forman parte Iglesia. "Estoy particularmente feliz que nos hayamos reunido en la catedral de San Patricio. Este lugar, quizás más que cualquier otro templo de Estados Unidos, es conocido y amado como una casa de oración para todos los pueblos", dijo el Obispo de Roma. "La unidad de una catedral gótica -añadió- no es la unidad estática de un templo clásico, sino una unidad nacida de la tensión dinámica de diferentes fuerzas que empujan la arquitectura hacia arriba, orientándola hacia el cielo. Aquí podemos ver también un símbolo de la unidad de la Iglesia". Su Santidad invitó luego a los fieles a prestar atención a los vitrales de la catedral. "Vistos desde fuera, estos ventanales parecen oscuros, recargados y hasta lúgubres. Pero cuando se entra en el templo, de improviso toman vida; al reflejar la luz que los atraviesa revelan todo su esplendor. Estamos llamados a atraer dentro de este misterio de luz a toda la gente". "No es un cometido fácil -afirmó-, en un mundo que es propenso a mirar desde fuera a la Iglesia, igual que a aquellos ventanales". Además recordó que "el esplendor de la Iglesia puede ofuscarse por los pecados y las debilidades de sus miembros. La ofuscación puede originarse por los obstáculos encontrados en una sociedad que, a veces, parece haber olvidado a Dios e irritarse ante las exigencias más elementales de la moral cristiana". El Papa volvió igualmente a recordar la necesidad de que la Iglesia atienda a los más necesitados y exhortó a los presentes diciéndoles "¡Queridos hermanos y hermanas, de acuerdo con las tradiciones más nobles de la Iglesia en este país, sed también los primeros amigos del pobre, del prófugo, del extranjero, del enfermo y de todos los que sufren!" Finalmente se dirigió a los religiosos consagrados, y les pidió que fueran "fuerzas de unidad dentro del Cuerpo de Cristo", de forma que a través de su testimonio personal y su fidelidad al ministerio o al apostolado que se les ha confiado, preparen el camino al Espíritu. -----------
Homilía completa de Benedicto XVI en la Catedral de San Patricio