(A. Llamas Palacios/AyO) "Nuestro hábito diario es bendecir la comida, cada día uno -explica Juan Ramón-, y rezar por la noche con todos los niños antes de que se acuesten. Rezamos todos nuestras oraciones y, después, uno a uno, en cada habitación, delante de un icono de la Virgen, hacemos peticiones. Los más pequeños siempre acaban copiando lo que dicen los mayores, y con los mayores intento que siempre pidan algo nuevo de ese día, y les recuerdo que Dios está siempre ahí arriba escuchándoles". Una vez por semana, los domingos, se reúnen todos juntos para rezar Laudes, una oración que preparan con todo el mimo: "En la mesa del comedor ponemos un mantel blanco, una cruz, unas velas y unas flores -cuenta Juan Ramón-. Tocamos instrumentos, también. Mi mujer, Patricia, toca la guitarra y los niños tocan las maracas, la pandereta... ¡La verdad es que se monta un cirio!... Los salmos que sabemos cantar, los cantamos, y después solemos abrir el libro de los evangelios al azar, a no ser que sea una solemnidad determinada. Lo leemos en voz alta y les preguntamos a los niños cosas sobre lo que hemos leído. Después rezamos las preces, donde siempre incluimos al Gobierno (sí, mis hijos rezan por Zapatero y por Rajoy), por los pobres, los necesitados, la gente que sufre... Después nos damos la paz, nos pedimos perdón, si entre nosotros ha habido algún problema, alguna discusión..., y terminamos". Patricia añade: "No es fácil. A veces terminamos hasta cabreados, pero la oración también es una lucha, y desde luego, no nos rendimos, porque es así como queremos vivir nuestra vida en familia". Los niños actúan ante la oración como algo natural, "porque en mi casa se hace así, y siempre lo hemos hecho así", dice Patricia. La fe de este matrimonio parte de una experiencia real de Dios, no de una fe heredada sin más. "Nosotros, lo que intentamos es mostrarles cómo Dios actúa en nuestras vidas, con nuestro ejemplo en la familia, en la vida cotidiana; ven cómo cuando tenemos problemas acudimos a la oración... -explica Juan Ramón-. Pero, sobre todo, queremos que sean ellos los que tengan su propia experiencia de fe, que recen por su cuenta, que sea algo que salga de ello". «Los niños captan más de lo que imaginamos» Georgina Trías y Óscar Corominas son un joven matrimonio con tres niños: Ana María, de cinco años, Daniel, de tres, y Juan Pablo, de uno. En su casa han instalado una pequeña capilla, una habitación de la casa reservada para que sea lugar de oración. Allí han puesto varias imágenes y, según ellos, se ha convertido en el pequeño oasis familiar. "Nuestros niños son aún pequeños y se distraen mucho -explica Georgina-, pero nosotros vamos con ellos todas las noches, porque no nos importa tanto que se distraigan, como el hecho de que vayan a rezar, que noten que es algo importante para nosotros, que nos vean de rodillas, en una actitud diferente..." El ritual de cada noche es entrar en la capilla y rezar un misterio del Rosario: "Mi hija mayor -añade- ya me puede seguir, y los demás, Daniel y Juan Pablo, están ahí como pueden, le dan besitos a las imágenes y con eso ya nos vamos a la cama. Como nosotros, Óscar y yo, ya teníamos ese hábito de la oración, queremos que nuestros hijos en casa aprendan lo mismo, pensamos que es la mejor herencia que les podemos dejar". Georgina tiene el profundo convencimiento de que los niños interiorizan todo lo que tenga que ver con la espiritualidad, con mucha facilidad: "Yo creo que captan mucho más de lo que nosotros podemos pensar. Lo noto, sobre todo, por la mayor, Ana María, que ya habla muy bien y te explica las cosas de una manera sorprendente. Por eso creo que hay que empezar desde muy pequeñitos, y no sólo que recen oraciones ya hechas, sino que tengan también espacio para la espontaneidad, porque lo que son capaces de hacer Jesús y la Virgen en el corazón de los niños es todo un misterio".