(Pablo J. Ginés/La Razón) En la siguiente entrevista, monseñor Saiz Meneses aborda la situación de las vocaciones sacerdotales en su diócesis, en las de Cataluña y del resto de España, así como el estado actual de la pastoral universitaria. - Señor obispo, Terrassa suscita un seminarista cada 37.200 habitantes, mientras que su vecina Barcelona sólo suscita una vocación cada 88.000... - Ya he leído las "ratios" habitante-seminarista de La Razón, pero me parece que no es una ciencia exacta ni especialmente útil. Según la media, Madrid debería tener 500 seminaristas, que no los tiene, y algunas diócesis rurales tienen buenas medias porque han traído algunos chicos de Sudamérica o Guinea. Es verdad que donde hay inmigrantes con fe hay vocaciones. En Terrassa tenemos cuatro o cinco sudamericanos y un par de africanos en el seminario, chicos que ya vivían en la diócesis, no los hemos traído del extranjero. - ¿Por qué Terrassa tiene su propio seminario? ¿Por qué no seguir en el seminario interdiocesano de Barcelona? - Un obispo diocesano tiene el derecho y deber de tener seminario propio: es lo que se recomienda, es como el corazón de la diócesis. Terrassa es diócesis desde junio de 2004. Teníamos unos cuantos chicos en Barcelona y laicos y sacerdotes nos animaban a abrir un seminario nuevo. Es algo que da un perfil diocesano propio. - De cara a las vocaciones, ¿qué diferencia sociológica hay entre Terrassa o Barcelona, donde usted fue obispo auxiliar? - Sociológicamente es casi lo mismo. Coincidencias en el tiempo, espacio y personas pueden dar una mayor fecundidad vocacional en una zona. En tan pocos años es difícil hacer un análisis. Para encontrar vocaciones algo que funciona en cualquier lugar es crear un clima de ilusión, confianza, expectación... y rezar mucho. Insistir mucho a toda la diócesis en que rece por las vocaciones. Y así, en estos tres años, hemos tenido 7, 9 y 11 aspirantes en Terrassa. - ¿De dónde vienen esos seminaristas? - La clave siempre es la familia cristiana. También dan vocaciones las comunidades parroquiales y diócesis que trabajan a fondo la pastoral juvenil. El joven cristiano del s.XXI es un joven que reza, lee y medita la Biblia, otorga centralidad a la Eucaristía y acude a la Reconciliación. De evangelizado se convierte en evangelizador. De aquí salen las vocaciones: pastoral juvenil y vocacional van siempre ligadas. Si el joven está atento, escuchará la llamada. Para eso debe ser receptivo, tener silencio interior, que se consigue con oración. Y a veces llegan vocaciones también de sitios inesperados. - Hay algunos estudios que calculan que sólo hay entre 7.000 y 10.000 varones de 18 a 25 años católicos en Cataluña... ¿Cómo aumentar esa cifra? - Con grupos de jóvenes cristianos en la parroquia, movimientos como Acción Catolica, nuevos movimientos... Lo importante es que formen a sus jóvenes en la fe, la oración y el apostolado. - En la Universidad, casi todos los jóvenes están alejados de la fe. Más que pastoral, ¿no debería haber misión? - Los universitarios practicantes requieren pastoral, los bautizados alejados necesitan nueva evangelización y los que no están bautizados y son agnósticos o ateos, necesitan misioneros. Los responsables pastorales de una universidad deben articular los tres niveles. Y los obispos han de dedicar recursos a la universidad. Yo tengo 8 años de experiencia de primera línea, sirviendo en el campus de la Universidad Autónoma de Barcelona. Lo tengo claro: un campus como ése necesita al menos tres sacerdotes (o agentes pastorales) a dedicación plena, todo el día. Hay que estar allí saludando a los profesores, a los de fotocopias, a los del bar, como un párroco de pueblo. - Ahora que usted es el obispo al cargo de esa universidad, ¿por qué no dedica esos tres sacerdotes? ¿Y usar misioneros laicos, de movimientos? - ¡Ya me gustaría pero vamos muy escasos de efectivos! Por desgracia, sólo dispongo ahora de par de sacerdotes a tiempo parcial. Pero para eso está el seminario. Hay movimientos que me han hecho ofertas, pero en este caso concreto prefiero sacerdotes formados en nuestro seminario. - ¿Son frágiles los jóvenes actuales? ¿Quién no puede entrar en el seminario? - Los seminaristas representan a su generación. Hoy en Cataluña un joven cristiano ha crecido contracorriente y por lo tanto ya tiene cierta firmeza. Si oye la vocación, es que ya se atreve con una alternativa para valientes. En la encíclica "Pastores dabo vobis", Juan Pablo II habla de cuatro requerimientos para el sacerdote: lo humano, lo pastoral, lo espiritual y lo intelectual. Que tenga normalidad psicológica, cultura suficiente, vida de fe y conocimientos de la fe. - Cuando el joven sacerdote sale al mundo, ¿cómo confrontará la soledad? - Puede parecer que el cura joven está a la intemperie, solo. La soledad es algo que en este siglo, por desgracia, sufren muchas personas. El neosacerdote necesita una intensa vida espiritual, ser un enamorado de Jesucristo, vivir la presencia de María y de la Trinidad en su vida, y hacer la vida de la Iglesia. Si es así, no está solo, Nuestro Señor no dejará que tenga carencias afectivas y emocionales, porque Cristo llena el corazón totalmente. Tampoco está tan solo, tiene el trato de paternidad con el obispo, la fraternidad de los sacerdotes y el afecto de la parroquia donde ha sido enviado. Yo puedo decir sinceramente que, en 25 años que cumpliré en julio de sacerdote, nunca he sentido soledad. Más bien lo contrario: actividad desbordante y necesidad de algo de espacio para retirarme, reflexionar, rezar... - ¿Ahora que los curas tienen teléfono móvil trabajan más? - Siempre hemos tenido mucho trabajo. A los sacerdotes nuevos les digo: "tu parroquia tiene 10.000 habitantes, tendrás siempre mucho trabajo, porque si son muy creyentes organizarán muchos actos, pero si están alejados de la fe, tendrás que ir a convertirlos y evangelizarlos". Toledo y Barcelona El obispo Saiz Meneses (José Ángel o Josep Àngel: como muchos catalanes responde a ambos nombres) nació en Sisante (Cuenca) en 1956. A los 9 años su familia se trasladó a Barcelona y creció en el barrio de Sant Andreu del Palomar. Con 12 años entró en el seminario menor de Montalegre en Barcelona. Estudió psicología en la Universidad de Barcelona al tiempo que participaba en el movimiento de Cursillos de Cristiandad, sobre el que escribiría una tesis. Se formó en el seminario de Toledo, donde fue ordenado sacerdote en 1984. En 1989 volvió a Barcelona. Como rector en Cerdanyola desde 1992, fue también responsable de la Universidad Autónoma. En el año 2000 fue nombrado canciller del Arzobispado de Barcelona, y el 15 de diciembre de 2001 fue ordenado obispo auxiliar. El 25 de julio de 2004 tomó posesión solemne de la Catedral del Espíritu Santo en la nueva diócesis de Terrassa. En la Conferencia Episcopal ha sido responsable de Juventud, fue el principal organizador del encuentro de jóvenes con Juan Pablo II en Cuatro Vientos en 2003 y ahora preside la Comisión de Seminarios y Universidades. En la Conferencia Episcopal Tarraconense ha sido responsable de Enseñanza y actualmente lo es de Apostolado Seglar y de Juventud.