(EFE/ReL) Los padres se declararon "profundamente acongojados" por la decisión judicial y se mostraron convencidos de que valía la pena preservar la vida de la criatura. "Estamos y seguiremos estando siempre convencidos de que, a pesar de los gravísimos problemas que sufre, su vida es valiosa y merece la pena conservarse mientras sea posible y siempre que no le cause dolor indebido", afirmaron en un comunicado. Los padres señalaron sus diferencias con los médicos que atienden al niño: "Ellos creen que su vida es insoportable y que su incapacidad es tal que no tiene sentido que siga vivo, pero nosotros, y algunas de las enfermeras, creemos que es capaz de experimentar placer y que hay momentos prolongados en los que no sufre dolor y está relajado". Los padres reconocieron que los médicos han decidido poner fin al tratamiento en las próximas veinticuatro horas y que ahora sólo quieren disfrutar con su único hijo "el poco tiempo" que le queda. El hospital donde es tratado llegó a la conclusión de que el niño sufría dolores intolerables por culpa del tratamiento al que está sometido y que no tenía posibilidad alguna de recuperación.