(RV/ReL) “Angola sabe que ha llegado para África el tiempo de la esperanza. Todo comportamiento recto es esperanza en acción. Nuestros actos nunca son indiferentes ante Dios; y no lo son tampoco para el desarrollo de la historia”. En este sentido el Papa ha instado a la población angoleña a que, “con un corazón íntegro, magnánimo y compasivo”, transformen el continente, liberando a su pueblo “del flagelo de la avidez, de la violencia y del desorden, guiándolo por la senda indicada por los principios indispensables de toda democracia civil moderna”. Recordando el mensaje de este año para la Jornada Mundial de la Paz, el Papa ha subrayado la necesidad de una visión ética del desarrollo. Visión que ha pedido que compartan los políticos, agencias internacionales y multinacionales, llamados a acompañar al pueblo angoleño “de manera verdaderamente humana”. En este sentido Benedicto XVI ha solicitado mayor coordinación para fomentar el desarrollo en África, alabando el trabajo de varias iniciativas ya en marcha, con el objetivo común de promover la transparencia, la práctica comercial honesta y el buen gobierno. El Pontífice se ha dirigido también a la comunidad internacional, a quien a pedido que cumpla sus compromisos, como la concesión de destinar el 0’7% del PIB a las ayudas oficiales al desarrollo. “Hoy, -ha subrayado el Papa- esta ayuda es más necesaria aún, con la tempestad financiera mundial que se ha desencadenado; el auspicio es que dicha ayuda no sea otra de sus víctimas”. “Amigos, quiero concluir mi reflexión confesando que mi visita a Camerún y Angola está despertado en mí esa profunda alegría humana que se siente al encontrarse en familia. Pienso que dicha experiencia es el don común que África ofrece a los que vienen de otros continentes y llegan aquí, donde «la familia representa el pilar sobre el cual está construido el edificio de la sociedad» (Ecclesia in Africa, 80)”. A pesar de estos avances, Benedicto XVI ha puesto de relieve que queda mucho por hacer sobre todo en las familias, sometidas a presiones como la la pobreza, el desempleo, la enfermedad y el exilio. “Es particularmente inquietante –ha dicho Benedicto XVI- el yugo opresor de la discriminación sobre mujeres y niñas, por no hablar de la práctica incalificable de la violencia y explotación sexual, que provoca tantas humillaciones y traumas”. El Papa también ha querido subrayar otro aspecto preocupante, “las políticas de aquellos que, con el espejismo de hacer avanzar la «edificación social», minan sus propios fundamentos”. El Papa ha expresado una vez más la cercanía de la Iglesia con los más pobres del continente africano, porque el camino espiritual del cristiano es la conversión cotidiana. “A esto invita la Iglesia a todos los dirigentes de la humanidad –ha dicho el Papa- para que ésta siga la senda de la verdad, la integridad, el respeto y la solidaridad”.