(Efe/ReL) Wagner levantó una profunda discusión en la Iglesia y la sociedad austriaca por declaraciones como que el personaje de la literatura infantil Harry Potter era "satánico" o la más reciente de que la homosexualidad es una enfermedad que puede ser curada. Wagner, de 54 años, ya estuvo el ojo del huracán en 2005, después de la devastación de la ciudad estadounidense de Nueva Orleans por el huracán Katrina, cuando aventuró en su hoja parroquial de Windischgarsten que toda la destrucción causada se debía más a la "contaminación espiritual" que a la ambiental. "No es una casualidad que en Nueva Orleans hayan sido destruidas las cinco clínicas abortistas que existían y todos los clubes nocturnos", indicó el entonces párroco. Con ese historial de posturas personales, el anuncio de su nombramiento como obispo auxiliar de la tercera mayor ciudad de Austria provocó una lluvia de críticas desde instancias políticas y religiosas de la república alpina. Pese al explícito apoyo del cardenal de Viena, Christoph Schönborn, muy cercano al papa Benedicto XVI, muchos fieles e incluso parte de la jerarquía eclesiástica austriaca criticaron duramente el nombramiento.Críticas que, en el caso de los creyentes de a pie, amenazaba con transformarse en una oleada de bajas de los censos de la Iglesia austríaca, cuya credibilidad ha quedado muy tocada en los últimos años debidos a varios escándalos sexuales y de pedofilia. Sólo en 2008, unas 40.600 personas se dieron de baja del registro de fieles existentes en el país, tradicionalmente católico, y que ha dejado en un 66 por ciento de la población -unos 5,6 millones- las personas que se definen oficialmente como católicas.