(Efe/ReL) Antonio Gómez, cuñado del fallecido, ha explicado que Eduardo de la Fuente residía y trabajaba en La Habana desde hace tres años, donde realizaba labores humanitarias porque "siempre estaba donde están los pobres y los necesitados". Eduardo de la Fuente comenzó a trabajar en La Habana hace una década -cuando hacía suplencias en verano y sustituía a un sacerdote cada mes de julio- pero "arraigó tanto en ese país que decidió trasladarse definitivamente hace tres años" para ayudar a la gente más necesitada del barrio en que residía. En Madrid, antes de marcharse a Cuba, cuando trabajaba en la Parroquia del Sagrario en Carabanchel, "Eduardo ya era así; recogía y hospedaba a todos los que le pedían ayuda, incluso adoptó a cinco hermanos de etnia gitana que habían sido abandonados por sus padres, el mayor de ellos con quince años y la menor de dos años de edad", explica Antonio Gómez. Anteriormente, Eduardo de la Fuente trabajó en la parroquia del Espíritu Santo de Aranjuez y visitaba a los prisioneros de cárceles como la de Alcalá-Meco, en Madrid. El Obispado de Cuba ha sido quien ha notificado a la familia del párroco español que éste ha aparecido "hace unas cuarenta y ocho horas, en una cuneta a unos veinte kilómetros de La Habana, muerto y apuñalado junto a su coche que habían quemado para destruir pruebas", según Antonio Gómez. Eduardo de la Fuente ejercía su trabajo en La Habana "con discreción" porque "era muy prudente" y no solía hablar de asuntos políticos, "sólo se preocupaba de llevar bolígrafos y medicinas" a la gente de su barrio, explica el familiar.