Mientras cientos de miles de jóvenes se preparan para acudir en agosto a la JMJ de Lisboa, el Papa Francisco ha firmado los decretos que reconocen las virtudes en grado heroico de 8 Siervos de Dios, que pasan así a ser Venerables, y podrían declararse santos si se les pudiera atribuir un milagro. De ellos, varios son jóvenes:
- el seminarista brasileño Guido Vidal França Schäffer, que murió a los 35 años haciendo surf (ReL contó su historia aquí);
- Lorena D'Alessandro, italiana fallecida a los 17 años; amputada y golpeada por enfermedades, pensó en el suicidio, pero luego apostó por la vida con gozo;
- María Cristina Ogier, fallecida con 19 años; desde los 4 años sabía que tenía un tumor; fue voluntaria en Lourdes y activista provida, hija de ginecólogo.
Se trata, en estos casos, de figuras cercanas, de finales del siglo XX y principios del XXI, cuyos amigos y parientes pueden hablar de ellos y de su fe, y presentarlos a los jóvenes católicos de hoy, con sus incertidumbres y heridas.
Un cura de 32 años fusilado por los nazis
También joven es el sacerdote italiano Giuseppe Beotti, fusilado por los nazis con 32 años, en 1944. El Papa Francisco ha decretado que murió por odio a la fe y por lo tanto podrá ser beatificado como mártir.
Hijo de campesinos pobres, fue ordenado sacerdote en 1938 con 26 años. Desde 1940, en plena guerra, fue párroco en Sidolo, un pueblecito de montaña en los Apeninos muy pobre, que no tenía "ni camino de carruajes ni tienda donde comprar sal o aceite para cocinar". Allí acogía a prófugos y necesitados. El 19 de julio de 1944 los nazis mataron a dos sacerdotes de un pueblo cercano, Alessandro Sozzi y Umberto Bracchi, junto con 15 vecinos.
Al día siguiente llegaron a Sidolo y fusilaron a varios vecinos, al joven Beotti y a otro clérigo, Italo Subacchi. Varios testigos señalan que en días previos él ya había meditado sobre su probable muerte en ese contexto de violencia. En 1977 la Asociación de Partisanos Cristianos otorgó a Beotti una medalla de oro reconociendo su labor caritativa durante la guerra.
Arnaldo Canepa, de la masonería a la evangelización de los niños
No todos los nuevos Venerables que reconoce la firma del Papa son jóvenes. Arnaldo Canepa vivió de 1882 a 1966, pero sí se centró en evangelizar niños y jóvenes.
La primera mitad de su vida fue anticlerical, presumido contertulio en su restaurante, amigo de relacionarse con la masonería. De la fe mantenía, sin embargo, una breve oración matinal diaria.
En 1921 asomó por una iglesia, por curiosidad, donde un fraile predicaba un sermón sobre la Virgen, y ese sermón (él dice que la Virgen) le cambió para siempre.
Al año siguiente se inscribía como laico franciscano, luego en la Congregación Mariana, luego impulsando un Club de Jóvenes, las Conferencias de San Vicente de Paul, Acción Católica, el grupo scout...
El ahora Venerable Arnaldo Canepa.
Tras la Guerra Mundial impulsó con éxito el Centro Oratori Romani, que en 1956 tenía 55 oratorios, 560 catequistas y casi 18.000 niños implicados. "Si los niños no hubieran aprendido otra cosa en el oratorio que recitar la oración de la mañana todos los días, ya se habría logrado un buen resultado", decía. Gastó todo su dinero en estas obras evangelizadoras y murió pobre, con una muerte rápida.
Pedro Díez Gil, autor del "Chiquitín", escolapio en Zaragoza
El decreto reconoce las virtudes heroicas de un español, el sacerdote escolapio Pedro Díez Gil, de nombre religioso Pedro de la Virgen del Carmen. Natural de Pampliega (Burgos), se formó con los escolapios, primero en la escuela de Manuel Segura, y después en la de Faustino Oteiza: ambos murieron como mártires durante la persecución de la Guerra Civil y han sido beatificados. Pedro vivió la guerra en el frente, como capellán militar, de los 23 a los 26 años.
El escolapio Pedro Díez, de capellán en el frente en la Guerra Civil, a pedagogo especializado en enseñar a leer a parvulitos.
Tras la guerra, vivió en Zaragoza, como profesor (sobre todo de párvulos) visitando enfermos, confesando y colaborando en la Conferencia de San Vicente de Paúl. Era muy devoto de la Virgen.
Junto al padre Joaquín Erviti Lazacano (también en proceso de canonización) lanzó un libro de iniciación a la lectura llamado 'Chiquitín', que se usó de 1947 a 1977 en España y América Latina. Su trabajo como profesor lo reconoció el Estado con una Medalla al Mérito en el Trabajo en 1973. Su cuerpo, que se considera incorrupto, descansa bajo el altar de la Virgen del Pilar en la iglesia de Santo Tomás de Aquino en Zaragoza.
Baba Simon: uno de los primeros curas de Camerún
El decreto reconoce también las virtudes heroicas de Simon Mpeke, llamado Baba Simón, uno de los primeros sacerdotes nativos de Camerún, nacido en 1906 de padres campesinos no cristianos.
Pidió bautizarse a los 8 años y lo consiguió a los 12. Primero fue maestro de escuelita rural, y fue ordenado sacerdote en 1935, con los otros 7 primeros sacerdotes cameruneses.
Fue muy activo contra las prácticas de la religiosidad pagana. Impulsó escuelas y grupos de Acción Católica. A inicios de los años 50 descubrió la espiritualidad de Carlos de Foucauld. En 1959 fue el primer sacerdote secular camerunés misionero en su propio país, en las zonas remotas y paganas del norte de Camerún. Murió en 1975.
El decreto del Papa reconoce también las virtudes en grado heroico de la religiosa capuchina italiana Edda Roda (murió con 55 años, tras una vida de enfermedades, en 1996), y de la carmelita descalza brasileña Tereza Margarida do Coração de Maria (1915-2005).