(ACI/ReL) El Papa hizo notar que la lectura de este domingo tomada del Evangelio de San Marcos resalta “el secreto mesiánico, es decir, el hecho que Jesús no quiere que por el momento se sepa, fuera del grupo de los discípulos, que Él es el Cristo, el Hijo de Dios”. Es por ello que Jesús “más de una vez dice a los Apóstoles, a los enfermos que cura, que no revelen a nadie su identidad”. Sobre la cita de este domingo resaltó además que Jesús “impide a los demonios mismos revelar su identidad” y que justamente insiste en este punto porque “está en juego la realización de su misma misión, de la cual depende nuestra salvación”. “Sabe, en efecto, que para liberar a la humanidad del dominio del pecado, Él tendrá que ser sacrificado en la cruz como verdadero Cordero pascual. El diablo, por su parte, trata de distraerlo, de hacerle perder la dirección hacia la lógica humana de un Mesías potente y lleno de éxito”, continuó el Papa. Más adelante el Pontífice recordó que “Jesús sufre y muere por amor” y que así “da un sentido a nuestro sufrimiento, un sentido que muchos hombres y mujeres de todas las épocas han comprendido y hecho propio, experimentando la serenidad profunda incluso en la dureza de las pruebas físicas y morales”. El Papa aprovechó sus reflexiones para recordar, en el marco del mensaje de los obispos italianos para la "Jornada por la Vida" de hoy, que “la eutanasia es una falsa solución al drama del sufrimiento, una solución indigna para el hombre. La verdadera respuesta no puede ser dar la muerte, por muy ‘dulce’ que sea, sino testimoniar el amor que ayuda afrontar el dolor y la agonía de modo humano”. El Papa encomendó a María todas “las personas que pasan sufrimientos y quienes se empeñan cada día por apoyarlas, sirviendo a la vida en cada una de sus fases: padres, operadores sanitarios, sacerdotes, religiosos, científicos, voluntarios y otros”. Seguidamente rezó el Ángelus dominical, saludó a los presentes en diversos idiomas e impartió su Bendición Apostólica.