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RD) “La concesión del perdón a los lefebvrianos es sorprendente y, para muchos sectores de la Iglesia, incluso escandalosa. Parece claro que es una decisión que forma parte de la lógica del Papa Benedicto XVI, que pretende aglutinar a la Iglesia conservadora y tradicionalista, la que se distancia del Concilio Vaticano II. En este proyecto, los lefebvrianos son aliados naturales para él”, explica el teólogo carioca, uno de los padres de la Teología de la Liberación. A su juicio, se trata, pues, de un paso más en el proyecto de restauración al que Ratzinger dedicó su vida mientras fue cardenal y, más aún, desde que llegó al solio pontificio. “Esta decisión del Papa me parece despreciable, entre otras cosas porque tengo fundadas sospechas de que los lefebvrianos no se van a contentar con esta victoria, sino que pronto pasarán al ataque y exigirán más, hasta llegar a una revisión del Concilio Vaticano II”. Y aquí radica el mayor problema, según Boff. “Si llegan a conseguir eso, podría incluso producirse un cisma dentro de la Iglesia. Porque el Vaticano II es universal y una ruptura con sus conquistas sería una ruptura en el cuerpo de la Iglesia”.