(Richard González/El Mundo) En concreto, esta medida fue lanzada en 1984 en Ciudad de México, donde se celebraba una conferencia de las Naciones Unidas. De ahí que fuera conocida como la "política de la Ciudad de México". Desde entonces, cada vez que ha habido un cambio de color en la Casa Blanca, se ha reinstaurado o cancelado esta política. En 1993, poco después asumir la presidencia del país, Bill Clinton levantó la suspensión, que fue aplicada de nuevo desde enero de 2001, gracias a la victoria de George W. Bush. Los opositores a la medida, como la ONG Center for Reproductive Rights, consideran que constituye una violación del derecho de expresión, ya que por el simple hecho de defender la legalización del aborto en su país, a una institución le puede ser denegada la concesión de ayudas. Según las organizaciones pro-abortistas, "la política de Ciudad de México" ha provocado un empeoramiento notable de la situación sanitaria en algunos países empobrecidos. "La acción del presidente Obama ayudará a reducir los embarazos no deseados, abortos, y mujeres que mueren por embarazos de alto riesgo porque no tienen acceso a políticas de planificación familiar", ha declarado Douglas Johnson, director de la ONG Population Action International. La noticia, en cambio, ha sido acogida con decepción entre los grupos anti-abortistas. "Cuando nos levantamos cada mañana con una mayor crisis económica, es un insulto que el pueblo americano salga al rescate de la industria del aborto", ha replicado Charmaine Yoest, presidenta de la asociación anti-abortista Americans United For Life. La acción de Obama llega en una fecha señalada: horas después del 36º aniversario de la sentencia del Tribunal Supremo Roe vs. Wade, que legalizó el aborto en todos los estados de los EEUU. Como manda un ritual anual, el jueves se dieron cita en Washington miles de protestantes a favor y en contra del aborto. Durante la campaña electoral, Obama siempre se manifestó contrario a introducir cualquier enmienda constitucional que modifique la situación actual. Según el nuevo presidente, este es un asunto "muy divisivo", en el que todas las posiciones son legítimas. Su voluntad de encontrar un consenso entre los partidarios de ambas posturas pasa por aumentar la inversión en medidas contra los embarazos no deseados, como el acceso a métodos anticonceptivos, la educación reproductiva, y los servicios médicos preventivos. En 2008 se practicaron 1,3 millones de abortos en los EEUU, es decir, una media de unos 3.000 al día.