(Aitor Lagunas/La Razón) La ciudad-estado constituye uno de los tres únicos Länder germanos que no reconoce constitucionalmente la obligatoriedad de la educación religiosa. A ese subterfugio recurrió entonces el alcalde capitalino, Klaus Wowereit (SPD), para imponer una polémica decisión. Adolescentes protestantes, católicos, musulmanes y judíos han recogido firmas para equiparar el peso curricular de Religión con el de Ética y devolver a los alumnos algo esencial: su derecho a escoger entre ambas. En Berlín, 170.000 rúbricas en cuatro meses convierten cualquier demanda popular en materia de plebiscito. En este caso, los pro-reli (así se hacen llamar) superaron las 200.000 cuando aún restaba una semana de plazo, que expiraba el miércoles 21 de enero. "Estoy convencido de que vamos a dar una grata sorpresa", proclama entusiasmado Christoph Lehmann, uno de los promotores. Sorprendido por la respuesta de la calle, el ejecutivo regional rechaza por su parte toda solución intermedia y recurrirá a cualquier argucia para convocar el referéndum seguro de no perderlo. Así, pudiendo ubicar la consulta el mismo día de las elecciones europeas -junio- o las federales -septiembre-, el alcalde Wowereit parece decidido a que se realice en solitario. Wowereit confía en disuadir la participación en el plebiscito, principal talón de Aquiles de este tipo de consultas, aunque sacar las urnas por separado implique -en plena crisis- un gasto extra de 1,4 millones de euros. Los pro-reli necesitarán atraer hasta los colegios electorales a la cuarta parte de los berlineses con derecho a voto, unos 610.000, para devolver a las aulas los derechos de los alumnos creyentes.