(Efe/ReL) En esa misma publicación, el presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica, Wolfgang Huber, se ratifica en sus críticas a Ackermann, como representante de la banca que antepone sus objetivos beneficios a cualquier consideración, inclusive en tiempos de crisis. "Estoy dispuesto a cualquier discusión", apunta Huber en ese medio, después de que desde el Deutsche Bank se descalificaran "por el contenido y por la forma" sus críticas y alusiones directas a Ackermann. Las críticas a la "divinización del dinero" y el poder banquero fueron la tónica dominante en los mensajes navideños y en los sermones de los obispos alemanes en estas fiestas, capitaneados por Huber y por el arzobispo católico de Múnich, Reihnard Marx. Huber personalizó sus críticas en Ackermann, quintaesencia del banquero sin escrúpulos para muchos de sus compatriotas, de quien dijo que pretendía sacar unos rendimientos "exagerados", que tarde o temprano llevarán al "hundimiento". Los propósitos de Ackermann son "una forma de divinización" alrededor del "ternero de oro", dijo Huber, para quien "el dinero se ha convertido en un dios". Las críticas al poder de la banca dominaron asimismo el sermón navideño del arzobispo muniqués, autor de un libro titulado "El Capital", que da una perspectiva católica al famoso manifiesto comunista del filósofo con quien comparte apellido, Karl Marx. El arzobispo hizo hincapié en su homilía a la "tendencia a la deshumanización de la economía", criticó la evolución de los mercados financieros y bursátiles e instó a regresar a los "fundamentos del humanismo". Las iglesias Evangélica y Católica son las mayoritarias en Alemania, con unos 25 millones de feligreses cada una.