(Asia News/ReL) Los cristianos de Kandhamal, aunque reconocen que la llegada de las fuerzas armadas garantiza su seguridad durante las fiestas navideñas, continuan mostrando su temor por la situación. A día de hoy, la policía no ha tomado ninguna acción contra los violentos que durante meses han asesinado, violado, torturado y quemado a los cristianos y sus casas. La situación se ha agravado con el resurgimiento de nuevos grupos fundamentalistas hinduistas, creados para combatir a los grupos maoístas y a las comunidades cristianas. En los campamentos organizados por el gobierno para los refugiados de Orissa, las celebraciones navideñas tuvieron lugar con la participación masiva de los 10.000 cristianos allá presentes. Fr. Nithiya, fraile capuchino y secretario ejecutivo de la comisión para la justicia y la paz de la conferencia episcopal de la India, ha pasado estas fiestas en Kandhamal. Entrevistado por AsiaNews, aseguró que "aunque puedo ver la alegría inocente en las caras de los niños que residen en los campamentos durante el día de Navidad, también constato una sensación de vacío, una expresión de opresión y tremenda pérdida en el rostro del resto de la gente". El padre Nithiya denunció las condiciones de los refugiados: "La gente vive en pequeñas tiendas de campaña. No hay ni electricidad ni acceso fácil al agua. Las familias no tiene privacidad alguna. ¿Qué será lo siguiente? ¿qué es necesario hacer para asegurar el regreso de esta gente a sus hogares? ¿Cómo serán recibidos si deciden volver?" Las celebraciones fuera de los campamentos fueron posible por la acción conjunta de las fuerzas locales de seguridad y de la fuerza de reserva de la policía central, junto con los esfuerzos de toda la administración del distrito hindú. Aunque el jefe de policía local pidió a los sacerdotes que llevaran a cabo los servicios religiosos como en otros años, los curas prefirieron celebrar todas las misas antes de la puesta del sol. En el pueblo de Pobingia, y bajo la vigilancia de 30 policías, la misa se celebró a las cuatro y media de la tarde, pero sólo asistieron veinte personas, la mayoría religiosos de la orden de las Misioneras de la Caridad.