(diocesismálaga.es/ReL) En la puerta jubilar o principal fue saludado y recibido por el Cabildo y, tras besar el “Lignum Crucis” (reliquia de la Catedral de la Santa Cruz de Nuestro Señor), asperjó agua bendita sobre los presentes y sobre sí mismo, y encaminó sus pasos hacia la capilla del Santísimo Sacramento, donde oraron unos instantes. A continuación, el obispo electo y sus acompañantes se dirigieron a la sacristía de la Catedral para revestirse. Los Cardenales, Arzobispos y Obispos concelebrantes, el Colegio de Consultores, el Cabildo de la Catedral y los ministros salieron en procesión desde la sacristía hacia el presbiterio para comenzar la Eucaristía, presidida todavía por el representante del Santo Padre, Monseñor Monteiro de Castro. Tras el saludo del Sr. Nuncio, el Obispo Administrador Apostólico, en nombre de la Iglesia Diocesana de Málaga, dirigió unas palabras de saludo y acogida. “A vosotros, fieles de la diócesis de Málaga, expresó Monseñor Dorado, os digo una vez más que deseo unir mi recomendación ferviente a vuestra madurez de fe y a vuestro sentido eclesial, y os exhorto a que recibáis a nuestro nuevo Obispo con todo el afecto entrañable que os caracteriza. Es un hombre joven que viene en el nombre del Señor, como sucesor de los apóstoles”. D. Antonio Dorado se dirigió a todos los presentes con las siguientes palabras: “os agradezco vuestra colaboración en las tareas apostólicas y vuestro cariño; y os suplico que recéis por mí, para que también se cumplan en mi persona las palabras esperanzadas de san Pablo, cuando dice que a medida que nuestro cuerpo se debilita con el paso de los años, nuestro espíritu florece con los frutos del Espíritu Santo”. Tras las palabras de D. Antonio, Monseñor Monteiro pronunció una breve alocución en la que acogía a D. Jesús como nuevo obispo y agradecía a D. Antonio su ministerio episcopal. El Sr. Canciller leyó las “Letras Apostólicas” escritas, firmadas y enviadas por el papa Benedicto XVI a D. Jesús Catalá, por las que le nombra nuevo obispo de esta Iglesia particular. Y, por último, el Sr. Nuncio invitó al Obispo electo a sentarse en la Cátedra, le entregó el báculo, simbolizando la sucesión apostólica y la continuidad pastoral, y así quedó significada la toma de posesión de la Sede de Málaga por D. Jesús Catalá. A partir de este momento, el nuevo Obispo de Málaga presidió la celebración de la Eucaristía, muy participada por todo el pueblo de Málaga. En primer lugar, una representación de la Iglesia Diocesana se acercó al Obispo para besarle el anillo pastoral, y manifestarle su obediencia y reverencia. Esta representación estuvo formada por el Sr. Deán de la Catedral, el sacerdote mayor y el más joven de la diócesis, un matrimonio de la parroquia de San Pedro y sus dos hijos, un seminarista, tres miembros de la permanente del Consejo Pastoral Diocesano, un religioso agustino y una religiosa auxiliar parroquial. Las lecturas las proclamaron un padre de familia, periodista y miembro del Movimiento de Apostolado Familiar San Juan de Ávila, una religiosa auxiliar parroquial y un padre de familia, poeta y acólito de la Catedral. Las ofrendas las presentaron una familia de la parroquia San Miguel, en Málaga capital. Sin olvidar la belleza de los cantos interpretados, durante toda la celebración, por la Coral Santa María de la Victoria y la Coral Santa Cecilia, ambas dirigidas por el padre Manuel Gámez, y el servicio prestado por 11 acólitos y dos diáconos. En una sentida homilía, D. Jesús se dirigió a todos los fieles de la diócesis malacitana, también a los que seguían la ceremonia desde los medios de comunicación, y expresó que venía a “servir a la milenaria Iglesia malacitana, que ha dado hermosos frutos de santidad en muchos de sus hijos, desde San Patricio y los Santos Mártires, Ciriaco y Paula, patronos de esta ciudad, pasando por el Beato Manuel González, inspirador de la tradición sacerdotal de Málaga y gran impulsor de su Seminario. Hasta tantos testigos de la fe, que supieron dar su vida por el Evangelio, como los beatos Enrique Vidaurreta, sacerdote y Juan Duarte, diácono, y la última, Beata Madre Carmen”. Dedicó unas palabras a los sacerdotes: “vivid con ilusión, alegría y dedicación vuestro ministerio sacerdotal, ello será fuente de nuevas vocaciones”. A los religiosos y personas de especial consagración: “sed signos de la trascendencia con vuestro coraje y frescura, dando testimonio de Dios”. A las familias, asociaciones, hermandades y cofradías: “que viváis la fe en Jesucristo iluminando y transformando las realidades temporales”. Y destacó “el esfuerzo que estáis haciendo en acoger a los más necesitados. La riqueza de la Iglesia ha sido siempre los pobres, con mayor razón en estos momentos difíciles”. De hecho, la colecta de la celebración se destinó a la campaña especial de Cáritas Diocesana con motivo de la crisis económica que estamos viviendo. La Iglesia de Málaga, junto con el Sr. Nuncio Apostólico, los Cardenales, Arzobispos y Obispos de toda España, las autoridades civiles de Madrid, Alcalá, Valencia y Málaga, los sacerdotes, religiosos y religiosas, y los familiares y amigos de D. Jesús y D. Antonio, hicieron vibrar la Catedral en una calurosa acogida a su nuevo obispo.