(Zenit) Noveno prelado que ostenta el cargo, desde que Pío IX en 1847 erigió de nuevo el Patriarcado, Twal explicó: “El seminario es el futuro de nuestra diócesis en Tierra Santa. Los jóvenes que tocan a sus puertas provienen sobre todo de Jordania, pero lamentablemente a causa de la falta de espacio y de fondos, estamos obligados a mandar de vuelta a casa a algunos”. “Además, los gastos de gestión aumentan constantemente, dado que este seminario contribuye a la formación de un clero instruido y consciente de la propia misión pastoral y espiritual, al servicio de la comunidad cristiana”. A este respecto, el patriarca subrayó también que las vocaciones al sacerdocio “proceden todas de estudiantes de nuestras escuelas, por esto también ellas merecen mayor atención y sacrificio”. La enseñanza escolar representa un desafío prioritario para la Iglesia Latina de Jerusalén. “A través de nuestras escuelas –prosiguió el patriarca- podemos ayudar a las familias a tener jóvenes ricos en fe y capaces, orgullosos de sus raíces. Nuevas generaciones capaces de contribuir a la creación de una sociedad en la que todas las personas, incluidas las minorías, puedan participan en el bien común”. En estas estructuras didácticas, por lo demás, estudiantes musulmanes y cristianos “tienen la posibilidad de trabajar y crecer juntos, establecer relaciones verdaderas, que puedan abrir posibilidades inesperadas para el futuro”. El desafío para el patriarcado es ayudar a estas escuelas “a seguir siendo pedagógicamente relevantes, en un ambiente social en rápido cambio. Por esto, necesitamos dotarlas de bibliotecas, talleres, mobiliario, auditorios y campos de juego”. En Jordania, el área con las mayores dificultades, tenemos 22 escuelas; en los territorios palestinos, tenemos que afrontar un nivel de enseñanza bastante bajo, que hay que elevar: mientras que, en Israel, la situación es relativamente buena. En todas estas realidades, de todos modos, el trabajo educativo en las escuelas sigue siendo un elemento crucial de nuestra misión”. Analizando los otros problemas, Twal habló de la emigración de los cristianos de Tierra Santa. “Es nuestro deseo tratar de eliminar las dificultades que empujan a muchas familias a partir. Por esto hacen falta ayudas humanitarias”. Desde la segunda Intifada, las necesidades han aumentado considerablemente y aunque muchas familias cristianas hayan encontrado asistencia, se advierte la conciencia de tener que hacer más. El Patriarcado está dotado de un fondo institucional, mediante el que debe cubrir todos los costes de las propias necesidades. “Para comprender cuánto dinero es necesario, se puede imaginar el Patriarcado como una familia, con más de trescientos hijos y cerca de 150 edificios que mantener”. Por esto --exhortó Twal- “cuantos aman Tierra Santa, y el Patriarcado Latino de Jerusalén, tienen el derecho y la obligación moral de secundar a la Orden del Santo Sepulcro. Gracias a esta institución nuestro clero y nuestros laicos se han hecho maduros y competentes y han podido asumir papeles de liderazgo en la comunidad civil. Este es en verdad un fruto del empeño y de los sacrificios de Damas y Caballeros de todo el mundo”. Esfuerzos que es necesario renovar, dado que, durante la reciente visita a Jerusalén del gran maestre, cardenal Foley, han surgido nuevas necesidades pastorales. “Nos proponemos organizar –concluyó el patriarca- campamentos de verano para los jóvenes, encuentros regulares y actividades durante el año: cursos de catecismo para los cristianos que asisten a las escuelas estatales”.