(RV) El Santo Padre ha constatado en su discurso que a menudo la opinión pública pide a los teólogos que promuevan el diálogo entre las religiones y las culturas, que contribuyan al desarrollo de una ética que tenga como coordinadas la paz, la justicia y la defensa del ambiente natural. “En esta perspectiva –ha añadido el Papa- también se pide a los teólogos que ofrezcan respuestas adecuadas a las que aferrarse para superar las alienaciones que condicionan y oprimen la vida de los individuos”. “Y sin embargo no se puede silenciar que la identidad de la teología no está en este nivel de problemáticas y exigencias. La necesidad humana de trascendencia y de orientaciones, sostenibles y dignas de atención universal, centra la cuestión de la verdad. La característica esencial e imprescindible para la teología es situar la cuestión concerniente a la verdad de la fe y no simplemente interrogarse sobre su eficacia práctica y social”. “Desde el punto de vista objetivo –ha proseguido diciendo el Pontífice- la verdad es la Revelación de Dios en Cristo Jesús, que solicita como respuesta la obediencia de la fe en comunión con la Iglesia y su Magisterio... Desde el punto de vista subjetivo de quien hace teología, la virtud fundamental del teólogo es la de buscar la obediencia a la fe, que le convierte en colaborador de la verdad”. “Por otra parte, la obediencia a la verdad no significa renunciar a la búsqueda y a la fatiga de pensar. La inquietud del pensamiento, que indudablemente no podrá ser aplacada nunca del todo en la vida de los creyentes, desde el momento que ellos también están en el camino de la búsqueda y de la profundización de la Verdad, será una inquietud que les acompaña y les estimula en la peregrinación del pensamiento hacia Dios y de esta forma será fecunda”.