(ACI) "Más de medio siglo de su vida consagró este hombre a servir a los enfermos como Enfermero Mayor, cargo que ocupó casi desde sus inicios en el Hospital, procuraba el aseo y la alimentación de los enfermos, a quienes bañaba personalmente y luego lavaba sus ropas y vendajes en las aguas del Hatibonico; preparaba los medicamentos, unturas, y sahumerios, casi todos a base de medicina natural y tradicional cubana, incluida la homeopatía, en lo que instruía a los pocos ayudantes con que pudo contar", señala Granma. "Lepra, mal de sueño, paludismo, tifus, difteria, hidrofobia, viruela, disentería, tisis, tétanos, fiebre amarilla, la hambruna, entre otras, fueron sus compañeras jornadas enteras, casi sin tiempo para el reposo, en vigilia permanente al lado de los enfermos, sin averiguar si eran cubanos o españoles, esclavos o libertos. Siempre encontró un momento para enseñar a leer, escribir y contar a los niños pobres de la barriada", agrega. El diario recuerda que "al fallecer el 7 de marzo de 1889, Olallo, quien ya había trascendido como el Padre de los pobres, sin ser sacerdote, inspiró en la prensa local expresiones como: ‘El Camagüey está de luto. Un pesar inmenso lo apena. Todo el que tenga corazón de hombre, y sepa lo que significa esta palabra: gratitud, ha llorado’".