(Efe/ReL) Maalula, Siria.- La lengua que hablaba Jesucristo está al borde de la extinción. En el norte de Siria, los últimos pueblos del mundo que todavía hablan arameo, y que suman unas 18.000 personas, luchan por preservar su lengua milenaria del olvido. Sean ancianos o niños, cristianos o musulmanes, los habitantes del pueblo montañoso de Maalula, 50 kilómetros al norte de Damasco, están orgullosos de ser de los pocos que saben expresarse en la lengua de Cristo y no están dispuestos a permitir que se extinga. "Ibla Jatita" es el "hola" con que las gentes se saludan, al igual que hacía Cristo con sus apóstoles, en este pueblo de casas de adobe y calles estrechas, encajonado entre dos montañas, que parece congelado en el tiempo. "El arameo es un tesoro y si aquí lo perdemos, va a desaparecer del universo", dijo a Efe Georget al Jalabi, que trabaja en la librería del antiguo monasterio de San Sergio y San Baco, en Maalula. El templo católico es uno de los pocos lugares del planeta donde se puede escuchar el "Padre Nuestro" en arameo (ver foto). Pero es el único momento de la liturgia, ya que el resto se dice en árabe, y también las biblias que usan los feligreses están en árabe. Sin embargo, la población de Maalula está contenta de que ahora haya una escuela gubernamental que da cursos de arameo, así que ahora niños y mayores tienen la oportunidad de estudiarlo en un centro académico. La escuela, que fue inaugurada el verano pasado, "es sólo el inicio de un largo camino para proteger la lengua", asegura Antón Taglub, vendedor de cruces y estampitas en una tienda del monasterio. Pero en esta y en otras tiendas del vecino monasterio de Santa Tecla -localizado también entre las montañas- no se puede encontrar en arameo nada más que una cinta de los cantos del Viernes Santo, aunque hay varios manuales básicos de autoaprendizaje del arameo en en español, alemán, inglés y francés. Una lengua que ha sobrevivido tres mil años gracias al aislamiento de sus pueblos corre ahora peligro por la temida globalización: "Ante el uso continuo de internet y de la televisión, los jóvenes empiezan a olvidar algunas palabras de arameo", explica Mary Riad, guía en el monasterio de San Sergio y San Baco. El ex alcalde de la localidad, Azer Barquil, añade que las nuevas generaciones de la localidad que quieren tener acceso a la tecnología avanzada y conseguir una buena carrera han empezado en los últimos años a abandonar Maalula para buscar una vida más moderna en Damasco. "Pero siempre insistimos en que aunque nuestros hijos dejen Maalula, no tienen que olvidar el arameo", dijo a Efe Barquil, mientras cortaba las plantas en el jardín de su pequeña vivienda. Y de hecho, los hijos de Barquil se matricularán durante las vacaciones del próximo verano en la nueva escuela de arameo para mejorarlo. El verano es una de las estaciones más agradables en Maalula, y sus 1550 metros de altitud atraen a no menos de 12.000 turistas sirios y extranjeros cada año. Sorprende que el apego al arameo se encuentra igualmente entre la minoría musulmana de Maalula, orgullosa de hablar la lengua de Jesús, al que los musulmanes veneran como profeta. "Desde la niñez, hemos aprendido a hablar el arameo de nuestros padres. Es la lengua de nuestro pueblo", afirma Mahmud Ali, que conversaba en arameo delante de su casa con su vecina, una musulmana que lleva velo. Rodeados de niños, que también expresaron su orgullo por ser arameoparlantes, Ali dejó claro que le gusta ser "un musulmán que habla la lengua de Cristo". Si en Maalula, los musulmanes, que suponen sólo el 25 por ciento de la población, dominan el arameo, en los otros dos pueblos vecinos musulmanes de Yabadín y Sarja, todos los habitantes lo hablan perfectamente, según Barquil. Entre esos tres pueblos, llegan a 18.000 los "arameohablantes" sirios, casi los únicos del mundo que hasta hoy en día hablan la lengua de Jesús, junto a algunos puñados más en Israel y en Irán. El arameo era el idioma predominante en Palestina durante el tiempo de Cristo. El pueblo judío había adoptado ese idioma durante el exilio babilónico y aunque todavía conservaba el hebreo, su uso solía circunscribirse al culto en las sinagogas y en el Templo de Jerusalén.