(Zenit/ReL) Además de la totalidad de los obispos de Japón, está previsto que participen prelados de otros países, entre ellos de Corea, Taiwan y Filipinas. Se trata de la primera ceremonia de estas características que se celebra en suelo japonés, y ha levantado una enorme expectación en el país, y especialmente entre la minoría católica. La diócesis de Nagasaki ha organizado a cerca de 2.500 voluntarios y ha alquilado alrededor de 200 autobuses para esta ocasión, además de varios equipos médicos para atender a las personas mayores. Según explicó a la revista Catholic Weekly de Japón el coordinador, fray Isao Hashimoto, ha sido necesario movilizar a toda la diócesis dado que la participación "ha superado las estimaciones iniciales", y ha sido necesario organizar 20 equipos de trabajo para atender a las necesidades. Está previsto que en esos días, cuatro parroquias de Nagasaki, incluyendo la catedral, realicen vigilias de oración, y ofrezcan el sacramento de la penitencia para los peregrinos que acudan a la ciudad, para lo cual se está solicitando la colaboración de sacerdotes de todo el país. Por otro lado, en las distintas diócesis se está promoviendo el conocimiento de la historia de estos mártires, de modo que todos los católicos del país participen del evento. En la diócesis de Tokio, por ejemplo, durante el mes de octubre se ha dedicado la tradicional misa de niños, en la que participan unas 40 parroquias, a los nuevos mártires, especialmente para aquellos que no podrán acudir a la beatificación. Según explica fray Hashimoto, "un mártir no es alguien a quien tenerle lástima. Los mártires siguieron a Jesús para ser perfectos sacrificándose a sí mismos. Sus actos no eran sólo de alabanza a Dios, sino también a la humanidad. Creo que representan un poderoso mensaje para el mundo actual". "Espero que este acontecimiento permanezca en el corazón de la gente. La beatificación no debería terminar como la fiebre de una noche, sino que debemos hacer que cambie nuestra mentalidad cerrada en nosotros mismos, producida durante el largo periodo de persecución, por una Iglesia con las puertas abiertas al resto del mundo", añadió. Un largo martirio Japón fue evangelizada por el santo español Francisco Javier entre 1549 y 1552, y a las pocas décadas la naciente Iglesia conocía una cruel persecución. Los primeros mártires, encabezados por san Pablo Miki (crucificados en Nagasaki en 1597), fueron canonizados en 1862 por Pío IX, y otros 205 fueron beatificados en 1867. En 1603, con el gobierno de Tokugawa, comenzó una fuerte persecución contra los cristianos (entonces llegaban a cerca de 400.000 en todo Japón), que se cobró la vida de decenas de miles de ellos. Los mártires que serán beatificados el 24 de noviembre pertenecen a esta época, y entre ellos hay 4 sacerdotes y 184 laicos, mujeres, niños, samurai, siervos e incluso personas inválidas. Entre ellos hay 52 fieles de Kyoto, martirizados en 1622, y 53 procedentes de Yamagata, muertos en 1629, según informa la Conferencia Nacional de los Obispos de Japón. Además de los atroces tormentos que se aplicaron a Pedro Kibé y otros compañeros jesuitas, uno de los testimonios más conmovedores es el de una familia entera de Kyoto, Juan Hashimoto Tahyoe y su mujer Thecla, martirizados junto con todos sus hijos el 6 de octubre de 1619. Los católicos que sobrevivieron a la persecución debieron ocultarse durante 250 años, hasta la llegada de misioneros europeos en el siglo XIX. La causa de estos 188 mártires fue incoada en 1984, tras la visita apostólica de Juan Pablo II al país nipón en 1981. "Esta es una ocasión importante para que la Iglesia en Japón reflexiones sobre la fe de los cristianos que nos precedieron hace 400 años. Necesitamos desarrollar una fe fuerte en Dios, poner nuestra esperanza en Dios en todas las circunstancias, y vivir en el Amor todos los días de nuestra vida", afirman los obispos japoneses en su mensaje a los fieles.