(Jordi Casabella/ElPeriódico) -Da la impresión de que el Papa vigila a la Compañía de Jesús. -En el Vaticano hay siempre una preocupación por mantener una ortodoxia básica para que la identidad católica no se pierda. Y aunque los jesuitas hayamos disminuido en número absoluto, relativamente somos el grupo mas visible teológicamente y doctrinalmente. Que nosotros recibamos más atención es natural. -¿Está este Papa más cerca de la compañía que el anterior? Su portavoz es jesuita y el secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe también. -Son elecciones personales. Federico Lombardi está al frente de los servicios de prensa porque es un hombre preparado y de buen juicio en el que el Papa confía. Lo mismo sucede con el secretario de la congregación. No lo vemos como una elección de grupo, como una victoria de la compañía. -¿La acusación de que miran al resto de las órdenes por encima del hombro tiene fundamento? - Esa debilidad la tenemos y es bastante corriente. Ello procede de que en la compañía siempre se ha insistido en la preocupación por una formación de calidad y profundidad. El problema viene de que somos humanos y no nos percatamos de que esa capacidad nos la han proporcionado, no es por nuestra cara bonita. -Usted ha pasado cuatro décadas de su vida en Asia y ahora gobierna a los jesuitas. ¿Ha llegado el momento de que el próximo Papa también venga del tercer mundo? --Creo que puede surgir un Papa del tercer mundo en cualquier momento. Tenemos suficiente experiencia, tanto en la compañía como en la Iglesia, como para relativizar las cuestiones geográficas y políticas. Todo depende de si surge una persona con capacidades. - Apertura de fosas comunes y beatificación de mártires. ¿Es nocivo volver sobre la guerra civil? -Hubo atrocidades en ambos lados. De forma abstracta se puede decir que la reconciliación no vendrá hasta que toda la verdad esté abierta, pero en un análisis concreto de una situación en la que todo el mundo ha quedado herido, cuando las familias divididas habían logrado superar el pasado, con ambas cosas se remueven simbólicamente las tumbas y ello puede traer efectos secundarios. No sé si ayudará a reconciliar. -¿Cree que el Gobierno español es hostil a la Iglesia al tomar algunas decisiones de política social? -Realmente no lo sé. Acostumbrado al clima de laicidad sosegada que se respira en Japón, donde he vivido muchos años, encuentro al Gobierno socialista, con todo el perdón, inmaduro, en el sentido de que los problemas de empleo, educación e inmigración son tan grandes que me parece que se está perdiendo mucho el tiempo en las relaciones con la Iglesia. - Hay quien dice que la Iglesia española es propensa a la regañina. -Es posible. A mí siempre me ha resultado molesto e ininteligible el que un sacerdote regañe al pueblo. ¿Con qué derecho? Es un error. -¿La teología de la liberación sigue teniendo sentido dentro del trabajo que realizan los jesuitas en favor de los excluidos? -Es una respuesta valiente y creativa a una situación de injusticia insufrible en Latinoamérica. Como toda teología necesita años para madurar. Es una lástima que no se le haya dado un voto de confianza y que muy pronto se le cortaran las alas antes de que aprendiera a volar. Hay que darle tiempo.