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Zenit) La proposición dice: "Los padres sinodales reconocen y alientan el servicio de los laicos en la transmisión de la fe. Las mujeres, en particular, tienen en este punto un papel indispensable sobre todo en la familia y en la catequesis. De hecho, ellas saben suscitar la escucha de la Palabra, la relación personal con Dios y comunicar el sentido del perdón y la capacidad evangélica para compartir "Se auspicia que el ministerio del lectorado se abra también a las mujeres, de manera que en la comunidad cristiana se reconozca su papel de anunciadoras de la Palabra", añaden los padres sinodales. Para ser aprobada, una proposición del Sínodo debe contar con al menos dos tercios de los votos de los padres sinodales. En la Iglesia católica los ministerios del acolitado y del lectorado no son ministerios "ordenados", a diferencia del diaconado, el presbiterado y el episcopado. Se trata de ministerios "instituidos" que reciben los candidatos al sacerdocio. Tras el Sínodo de la Eucaristía, en algunos países, como es el caso de Italia, existen mujeres que han sido instituidas como "ministras extraordinarias" de la Eucaristía para llevar la Comunión a los enfermos, con un mandato oficial, después de una formación litúrgica, teológica y pastoral adecuada. En su motu proprio "Ministeria Quaedam" del 15 de agosto de 1972,
Pablo VI reformó lo que antes se llamaban las "órdenes menores", conservando únicamente el lectorado y el acolitado. El Papa aclaraba que no se trata de "ordenación" sino de "institución", aclarando el significado de la palabra clérigos atribuida "solamente los que han recibido el diaconado". "Así aparecerá también mejor la diferencia entre clérigos y seglares, entre lo que es propio y está reservado a los clérigos y lo que puede confiarse a los seglares cristianos; de este modo se verá más claramente la relación mutua, en virtud de la cual el sacerdocio común de los fieles y sacerdocio ministerial o jerárquico, aunque diferentes esencialmente y no sólo en grado, se ordenan sin embargo el uno al otro, pues ambos participan a su manera del único sacerdocio de
Cristo", escribía
Pablo VI. "
¿Lectoras instituidas?", por
Isaac García