(Zenit/ReL) La audiencia que el Papa concedió este lunes a los miembros del 29º Capítulo General de los salesianos le dio oportunidad de profundizar en la vocación a la vida consagrada. El avance de la secularización, ha recordado Benedicto XVI, no distingue el estado consagrado, por lo que es necesario dar prioridad a la vida espiritual en las comunidades religiosas. Con el lema de San Juan Bosco, «Da mihi animas, cetera tolle» («Dame almas, quítame todo lo demás»), la cita se propone «reavivar la pasión apostólica en todo salesiano y en toda la Congregación», constató el Papa. «El movimiento salesiano puede crecer en fidelidad carismática --observó-- sólo si en su interior sigue permaneciendo un núcleo fuerte y vital de personas consagradas», como de hecho quiso su fundador. Por eso, para «robustecer la identidad de toda la Congregación» --dijo Benedicto XVI a los capitulares (que dan voz a casi 16 mil salesianos presentes en 129 países)--, «vuestro primer empeño consiste en reforzar la vocación de todo salesiano a vivir en plenitud la fidelidad a su llamada a la vida consagrada». Para afrontar esta tarea, el Santo Padre sintetizó: «¡Que Cristo sea el centro de vuestra vida! Hay que dejarse aferrar por Él y desde Él es necesario recomenzar siempre». De la mano de Apóstol Pablo, exhortó a considerar cualquier otra cosa «una pérdida frente a la sublimidad del conocimiento de Jesucristo». «De aquí nace el amor ardiente por el Señor Jesús --confirmó--, la aspiración a identificarse con Él asumiendo sus sentimientos y forma de vida, el abandono confiado al Padre, la dedicación a la misión evangelizadora, que deben caracterizar a todo salesiano», quien a su vez «debe sentirse elegido para seguir a Cristo obediente, pobre y casto». Un riesgo del que alerta el Santo Padre viene del «proceso de secularización, que avanza en la cultura contemporánea» y «no respeta lamentablemente tampoco a las comunidades de vida consagrada». Por ello subraya la necesidad de estar en guardia frente «a formas y estilos de vida que podrían debilitar el testimonio evangélico, hacer ineficaz la acción pastoral y frágil la respuesta vocacional». «Os pido por ello que ayudéis a vuestros hermanos a custodiar y reavivar la fidelidad a la llamada», especificó Benedicto XVI al Capítulo de los salesianos. «La vida espiritual debe estar en el primer lugar en el programa de vuestra Congregación», exhortó. E indicó los medios de la Palabra de Dios, la liturgia, la «lectio divina» y la Eucaristía para disfrutar «la auténtica espiritualidad de la dedicación apostólica y de la comunión eclesial». Y como «garantía» de florecimiento de la Congregación, el Papa trazó el camino de «la fidelidad al Evangelio» y a la Regla propia de la familia religiosa, la austeridad y «la pobreza evangélica practicada de modo coherente, el amor fiel a la Iglesia y el don generoso» de cada uno a los jóvenes, «especialmente a los más necesitados y desfavorecidos».