En el que sin duda es el primer enfrentamiento serio desde la llegada de la democracia entre la jerarquía de la Iglesia Católica en Cataluña y el ejecutivo de esa comunidad autónoma española, el Cardenal Arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, ha reclamado en una entrevista a Europa Press que sea el Estado, y no la Generalidad, quien regule el derecho constitucional a la libertad religiosa. El cardenal reconoce que la Iglesia en Cataluña está alarmada ante los nefastas consecuencias que puede tener la aplicación de una ley, que deja en manos de los ayuntamientos la posibilidad de abrir o cerrar centros de culto religioso. Según Martínez Sistach, el hecho de que "en algunos casos, la ley tiene efectos retroactivos", añade si cabe aun más preocupación por el futuro. Sistach advierte que "la administración, al ser intervencionista", puede impedir que la sociedad "haga uso de sus legítimos derechos y libertades", al llevar a cabo una mediación "en absoluto necesaria". Las declaraciones del prelado han sentado muy mal en buena parte de la clase política catalana, pues es la primera vez que desde la Iglesia Católica en Cataluña se pide la intervención del Estado para impedir que sea vulnerado un derecho constitucional y humano por una ley emanada del parlamento autónomo. Los medios de comunicación afines al nacional-socialismo gobernante en Cataluña han arremetido contra Sistach, y así leemos en El País que "los elogios que el Gobierno de José Montilla ha lanzado a los obispos catalanes en la reciente polémica que enfrentó a los obispos españoles con el PSOE no han tenido correspondencia por parte del episcopado catalán". Si esta fuera la primera de una serie de reivindicaciones en favor de otros derechos de los ciudadanos, como el de educar a los hijos en la lengua que elijan los padres, sin duda aumentaría el prestigio de la iglesia catalana ante sus fieles y ante los defensores de la libertad y la Constitución española que, como dijeron los obispos españoles en la LXXIII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, es "el fruto maduro de una voluntad sincera de entendimiento y como instrumento y primicia de un futuro de convivencia armónica entre todos".