(farodevigo.es) Una parte de los recibos de luz, agua, teléfono y demás gastos de las parroquias se abonan gracias a estos donativos, pero por ahora la situación no preocupa a los sacerdotes, que se muestran comprensivos con la mortificación del euríbor y la bolsa de la compra. "Ya no hay tantos billetes como antes, pero la gente sigue siendo generosa", reconoce Rafael Castro, párroco de María Auxiliadora. "En el peto de pobres ha aparecido incluso alguno de doscientos euros, pero los que se encuentran habitualmente en el cepillo son de cinco y alguna vez de diez", añade. Las dádivas de uno y dos euros comienzan a ser lo habitual, a igual que las de cincuenta o veinte céntimos e incluso las de menor valor que se reservan para las propinas del café. "Y cada vez habrá menos dinero, no hay duda", sostiene el copárroco y canónigo honorífico de Santiago de Vigo, Antonio Pérez. En la iglesia de Nuestra Señora de Fátima aseguran, sin embargo, no haber notado la repercusión de la crisis. "Cualquier donativo supone voluntad de ayuda y cada uno da lo que buenamente puede, aunque esto no quiere decir que no se pudiese aportar algo más", comenta su párroco, Juan Luis Martínez. Muchas iglesias viguesas han implantado un sistema de cuotas cuya cuantía deciden los propios feligreses y que hasta ahora no ha sufrido merma alguna. "Las familias aportan cantidades libremente y ahí no se han producido diferencias, tampoco en las aportaciones en el despacho", confirma el padre Castro. Estas cuotas incluyen bodas y bautizos, excepto para los residentes en otras parroquias, que abonan un precio fijo o aportan la voluntad, pero aquí "tampoco antes dejaban mucho más", reconoce Alberto Cuevas, de La Soledad. En sus sermones, como en los de sus compañeros sacerdotes, aumentan los ruegos por los parados."En los periódicos son números, pero en la realidad se trata de familias", destaca. ¿Aumentará la crisis el número de nuevos feligreses que acudan a las iglesias para rogar por la subida de la bolsa? Cuevas y el resto de párrocos no lo creen. "¿Qué reza usted ahora?", le preguntaría a un interesado creyente. "Tenemos colas de gente para obtener ropa y comida, pero menos cosas que darles" Mientras desciende la cuantía de los donativos, aumentan las personas sin recursos que acuden a las iglesias en busca de ayuda para llegar a fin de mes. "Tenemos colas de gente para obtener ropa y comida y lo lamentable es que disponemos de menos cosas que darles porque el Banco de Alimentos ya se resiente de la crisis", lamenta el párroco de la Concatedral. Otras organización sin ánimo de lucro como es Cáritas Diocesana ya advertía hace unas semanas que habían agotado el presupuesto para todo el año debido al incremento en un 55% de peticiones de familias. "Se están empezando a ver situaciones que antes no se daban. Las solicitudes de alimentos eran muy escasas y ahora son más habituales. Llega gente a la que le han cortado el agua o que no puede pagar el alquiler", ratifica Alberto Cuevas. También en la parroquia de María Auxiliadora han advertido un aumento de la demanda de ayuda, según explica el padre Castro: "En los últimos meses viene más gente pobre nueva. Hoy mismo hemos atendido a cuatro personas, una de ellos era un polaco que durmió en la calle y pedía dinero para tomar un café". En el centro de la ciudad, en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús -en Rosalía de Castro- su vicario, Jesús Martínez, advierte que "es posible que en los próximos meses el asistente social tenga más casos".