(ReL) Y citando expresamente la "Humanae Vitae" el Pontifice escribe que "si no se quiere exponer al arbitrio de los hombres la misión de generar la vida, se tienen que reconocer necesariamente límites, que no se pueden saltar, a la posibilidad del dominio del hombre sobre su propio cuerpo y sus funciones, límite que ningún hombre, sea privado o revestido de autoridad, puede infringir". "A distancia de 40 años de la publicación de la Humanae vitae, podemos entender mejor cuán decisiva es esta luz para comprender el gran sí que implica el amor conyugal", asegura el Santo Padre. Por ello el Papa se pregunta "cómo es posible que hoy el mundo, y también muchos fieles, encuentren tanta dificultad en comprender el mensaje de la Iglesia, que ilustra y defiende la belleza del amor conyugal en su manifestación natural". Tras afirmar que “los hijos no son el objetivo de un proyecto humano”, sino un auténtico don “que acoger con una actitud de responsable generosidad hacia Dios”, Benedicto XVI expone que sin embargo “a veces en la vida de la pareja pueden verificarse circunstancias graves que aconsejen distanciar el nacimiento de los hijos o incluso prescindir de ellos”. En este sentido el Papa aconseja recurrir al “conocimiento de los ritmos naturales de fertilidad de la mujer”. “Los métodos de observación que permiten a la pareja determinar los períodos de fertilidad –añade el Santo Padre- consienten administrar lo que el Creador ha inscrito sabiamente en la naturaleza humana, sin turbar el significado íntegro de la donación sexual”. Teniendo en cuenta que este Congreso Internacional ha sido organizado la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Roma, Benedicto XVI se refiere también a los avances de la ciencia en la lucha contra la esterilidad y afirma en su mensaje que "salvaguardando" la plena dignidad de la procreación humana" se ha llegado a resultados que hace años parecían imposibles. El Papa anima, en este sentido a los científicos a proseguir sus investigaciones en ese campo, "con el objetivo de prevenir las causas de la esterilidad, de manera que las parejas estériles puedan procrear en el respeto de su dignidad personal y del que va nacer". Benedicto XVI se interroga más adelante por el hecho de que en la sociedad actual, y "entre ellos muchos fieles, tengan tantas dificultades para entender el mensaje de la Iglesia, que ilustra y defiende la belleza del amor conyugal en su forma natural". “La técnica –añade el Papa- no puede sustituir la maduración de la libertad cuando está en juego el amor. Incluso, ni la razón es suficiente: es necesario que sea el corazón el que vea".