(RV/ReL) El Arzobispo de Bogotá reitera que este principio debe proclamarse siempre en relación con los pacientes que padecen enfermedad y tienen graves sufrimientos e incluso, con aquellos que piden expresamente que se dé fin a su vida. “La terminación intencional de la vida por otra persona, aunque sea un tercero cualificado, constituye siempre un asesinato, pues ni el personal médico, ni los familiares pueden tomar la decisión de provocar la muerte de una persona”, asegura en el comunicado el purpurado. El Primado de Colombia recuerda la necesidad de salvaguardar el derecho a la vida, especialmente de “los más débiles, como las personas que se encuentran en estado vegetativo, los minusválidos o los niños recién nacidos o en la fase prenatal, que sufren malformaciones. “No se trata de prolongar gratuitamente el sufrimiento, de generar gastos exorbitantes o intervenciones médicas inútiles -escribe el cardenal colombiano. Se trata de defender los principios fundamentales porque sobre prácticas semejantes y argumentando la calidad de la vida o de la raza, se edificaron otrora regímenes totalitarios.”