La historia de Marija Judina, una de las pianistas rusas más importantes del siglo XX, fue presentada este lunes en el Meeting de Rímini a través de una obra teatral con concierto.
La crónica explica que en 1943, en pleno conflicto mundial, el dictador soviético Josef Stalin escuchó por la radio el Concierto K 488 de Mozart y quedó fascinado.
La interpretación pianística era magistral; Stalin pidió la grabación, pero se había transmitido en directo.
Los funcionarios del partido organizaron todo para que Judina fuera convocada urgentemente y pasara la noche tocando para grabar el concierto.
En este caso, Stalin se mostró generoso e hizo llegar 20.000 rublos a la pianista, una cifra elevadísima para aquel tiempo.
Pero Marija Judina no era una mera intérprete y tuvo un gesto increíble de valentía y fe.
Escribió a Stalin: “Gracias. Rezaré día y noche por usted y pediré al Señor que perdone sus graves pecados contra el pueblo y la nación. Dios es misericordioso y le perdonará. El dinero lo donaré para la restauración de la Iglesia a la que voy”.
La afrenta al dictador fue grande, y Judina ya era enemiga del régimen, pero Stalin no la castigó, y se cuenta que cuando fue hallado muerto en su habitación, en el tocadiscos estaba precisamente el concierto de Mozart interpretado por Judina.
De familia judía no practicante, Marija Judina se convirtió al cristianismo cuando tenía veinte años y desde entonces vivió de una manera coherente con su fe, logrando también la excelencia en el ámbito musical.
Se dice que después de un concierto escapó rápidamente para llevar comida a una familia de pobres.
El fundador de Rusia Cristiana, el padre Romano Scalfi, dijo, en el Meeting Diario del 23 de agosto, Marija Judina “no es un ejemplo aislado, sino más bien una de las expresiones del cristianismo que sobrevivió al poder soviético”.
“Era contraria a una sumisión irracional como pedían las directivas del partido” y “uno de los aspectos más fascinantes de esta artista, junto a su compromiso de no dejar de destacar el mal de la dictadura, fue el de querer trabajar por un mundo nuevo”, añadió el padre Scalfi.
Por su libertad y por su fe, Judina fue considerada enemiga del régimen, que en 1930 la echó del Conservatorio en el que era profesora.
Pero el régimen no llegó a impedirle tocar, y todos, incluso Stalin, la respetaban por su calidad artística.
La obra teatral con concierto “Marija Judina, la pianista que conmovió a Stalin”, fue preparada por la fundación Russa Cristiana, bajo la dirección de Andrea Chiodi.
Judina estuvo interpretada por Angela Demattè, Premio Riccione 2009 de dramaturgia, y la interpretación musical fue confiada a Victor Derevianko y Marina Drozdova, alumnos de Marija Judina.