La psicóloga Wafa Sultan es una expatriada siria que reside y trabaja en los EE UU. Además, es una de los muchos apóstatas musulmanes que cada día abjuran públicamente del Islam y reivindican con orgullo la liberación de una religión que han vivido «como una forma de esclavitud intelectual percibida como verdadera fuente de odio».
En junio de 2005, Wafa Sultan publicó un artículo en el portal reformista www.annaqed.com titulado «Los Hermanos Musulmanes: ¿A quién están intentando engañar?». Desde entonces, la doctora se ha convertido en una de las más arrojadas militantes antiislámicas. En sólo siete días, Sultan se ha ganado dos veces la acusación de hereje y apóstata: la primera, en directo en la televisión Al Yazira, por parte de un profesor de la Universidad islámica Al Azhar, y después, con una «fatwa» (responso jurídico islámico) de condena por apostasía, anunciada a los fieles durante un sermón en una mezquita de Damasco. El predicador llegó a decir que «esta apóstata es más nociva para el Islam que las viñetas del profeta Mahoma».
En junio de 2005, Sultan ya había participado en un debate en Al Yazira, pero esta vez ha ido más lejos. Con motivo de la aparición de las famosas viñetas, el 21 de febrero Wafa participó en en el programa «A contracorriente» de la cadena árabe, en un debate por videoconferencia que se emitió en directo, y en el que habló ante el profesor egipcio Ibrahim Al -Khouli. El vídeo ha sido recogido por la MEMRI TV y puede verse en www.ifilm.com/top100 (número 65): «Lo que vemos no es un choque de civilizaciones o de religiones -comienza Wafa- sino un choque entre una mentalidad medieval contra la del siglo XXI, entre la civilización y el atraso, la libertad y la represión, la democracia y la dictadura, quienes tratan a las mujeres como bestias y quienes las tratan como seres humanos», continúa.
Cuando el presentador Feisal al Kassem le pregunta: «¿Está diciendo que es un conflicto entre la civilización occidental y el atraso de los musulmanes?», Wafa responde rotunda: «Sí, exactamente». Y argumenta: «Son los musulmanes los que han desencadenado la guerra de civilizaciones, desde que el profeta del islam dijo: “Me ha sido ordenado combatir a la gente hasta que crean en Dios y en su profeta” y desde que han dividido a la gente entre musulmanes y no musulmanes».
Durante la entrevista se refiere también a judíos y budistas: «Los judíos han salido de una tragedia, el Holocausto, y han forzado al mundo a que los respetara, pero por sus conocimientos, no con el terror. La Humanidad debe muchos de los descubrimientos del siglo XIX y XX a científicos judíos. No hemos visto a un sólo judío hacerse explotar protestando por la muerte de los suyos, o a un budista quemar iglesias. Los musulmanes deberían preguntarse qué pueden hacer por la Humanidad, antes de exigir que ésta los respete», añade. «Mire, yo no soy cristiana, ni musulmana, ni judía. Soy un ser humano. No creo en un mundo sobrenatural, pero respeto el derecho de los demás a creer». «¿Es usted una hereje?», pregunta Al-Khouli. «Soy un ser humano que no cree en lo sobrenatural». «¿Es una hereje?», insiste el clérigo. «Porque entonces no podemos discutir, dado que usted blasfema contra el islam, el Corán y el Profeta». «Ésas son cuestiones personales», replica Wafa, y concluye:«Hermano, puede creer en piedras, mientras no me las lance. Es libre de adorar a quien quiera. ¡Pero deje a la gente tener sus propias creencias!».
Sultan Wafa no es la única. El suyo es quizá el caso más reciente, pero el proceso de alejamiento es continuo, como lo reflejan los sitios de Internet www.apostatesofislam.com o www.faithfreedom.org. Desde que Ibn Warraq, un intelectual nacido musulmán en la India y acogido en los EE UU escribió el libro «Por qué no soy musulmán», la lista de los ex musulmanes ateos declarados o conversos ha aumentado considerablemente. El periodista italiano especialista en Islam, Magdi Allam, escribía hace unos días en el Corriere della Sera: «El boom ha llegado tras el 11-S. Cuanto más se evidencia la atrocidad del terrorismo islamista, más musulmanes toman la opción pública de distanciarse del Islam. Es un hecho positivo, no porque se hagan ateos o se conviertan a otro credo, sino porque afirman la primacía de la persona y de la cultura de la vida y de la libertad sobre una ideología que, en aras de una interpretación del Islam, desprecia a la persona y promueve la muerte».
Allam refiere otro caso impactante: el del ex musulmán y ateo declarado Messaoud Bouras, dirigente de la asociación francesa de magrebíes laicos, que en una entrevista ha explicado las razones que le han llevado a apostatar: «No rechazo sólo la ideología islamista, sino que he abjurado del Islam porque el Corán establece claramente una discriminación entre los musulmanes, que deben dominar, y los no musulmanes, que deben someterse», asegura. Según Bouras, «lo más chocante es el delirio paranoico contra los judíos. El odio contra los judíos está presente en todo el Corán: “Malditos sean, allá donde se encuentren, serán cogidos y caerán en la matanza”» (Sura XXXIII, 61).