Hace unos días se cerró oficialmente en la arquidiócesis de St. Louis, Missouri, la investigación sobre una presunta curación milagrosa atribuida al beato Guillermo José Chaminade, fundador de los marianistas, que de ser reconocida por el Vaticano permitiría la canonización del sacerdote francés.
El tribunal arquidiocesano, establecido por el arzobispo Robert J. Carlson para investigar el caso, ahora le enviará sus conclusiones al Vaticano.
La protagonista de la historia es Rachel Lozano, quien desde su segundo año de estudios secundarios fue diagnosticada con cáncer en tres ocasiones. Recibió tres tratamientos diferentes, incluyendo procedimientos como quimioterapia, radioterapia, trasplante de células madre y cirugía. Los médicos le dijeron que nadie ha sobrevivido al agresivo cáncer que padeció después de un trasplante de células madre.
En el año 2000, Lozano viajó a Roma para asistir a la beatificación del padre Chaminade, y ahí comenzó a pedir una cura por su intercesión. El sacerdote fue beatificado tras la curación inexplicable de una mujer argentina que padecía cáncer de pulmón.
Meses después de su regreso, el cáncer de Lozano regresó con más agresividad. Los médicos le dijeron que su enfermedad era terminal y fue sometida a una cirugía para extirparle el tercer tumor. Los médicos descubrieron que el tumor estaba muerto y le dijeron que no había explicación médica para su cura.
Si la Congregación del Vaticano para las Causas de los Santos reconoce la cura de Lozano como un milagro, el beato Guillermo José Chaminade podría ser canonizado tras la eventual aprobación del Papa Benedicto XVI.
Guillermo José Chaminade nació en Périgueux (Francia) en 1761. Era el décimo cuarto hijo de una familia profundamente cristiana, con cuatro hijos sacerdotes. Se ordenó a los 24 años de edad y después del inicio de la Revolución Francesa, se mudó a Burdeos donde pasó la mayor parte de su vida.
En 1791 se negó a jurar la Constitución Civil del Clero y ejerció el ministerio sacerdotal clandestinamente, poniendo su vida en continuo peligro. Se mudó a Zaragoza (España), donde permaneció durante tres años. Allí, junto a la Virgen del Pilar, forjó sus convicciones mariano-apostólicas y recibió la inspiración de fundar una familia de laicos y religiosos a la Virgen María.
En 1816, juntamente con la venerable Adèle de Batz de Trenquelléon (17891828), fundó en Agen el Instituto de las Hijas de María Inmaculada y, en el año siguiente, en Burdeos, la Compañía de María. Sus primeros miembros, que con el tiempo se llamarían marianistas, eran congregados marianos, mujeres y hombres, que querían responder al Señor con una entrega más radical, como prolongando su compromiso bautismal y su consagración a la Virgen María.
Los últimos diez años de su vida constituyeron para él un período de dura prueba: dificultades en la salud, problemas financieros, defección de algunos discípulos, incomprensión y desconfianzas, obstáculos en el ejercicio de su misión de fundador. Más todo fue enfrentado con gran confianza en María, fiel a su conciencia y a la Iglesia, repleto de fe y de caridad. Murió en paz junto a la capilla de la Magdalena en Bordeos, el día 22 de enero de 1850.