Los monjes benedictinos del monasterio de "la colina de la Cruz", en Thiên An (Hué), llevan dos semanas sufriendo un grave incremento en el acoso por parte del gobierno comunista vietnamita, que quiere provocar su abandono del lugar para quedarse con el terreno y dejar sin sacerdotes a buena parte de los 70.000 católicos de la zona.
Un acoso continuo
El 7 de agosto un grupo de representantes del gobierno local y delincuentes a su servicio ocuparon parte del monasterio, amenazando a los religiosos e impidiendo el normal desarrollo de su vida comunitaria.
El 10 de agosto, y a pesar de que las normas contra el covid -que se expande por el país- prohíben las reuniones de más de veinte personas, al menos cuarenta volvieron al lugar gritando contra los monjes y tirando hojas volantes ridiculizando la vida monacal y su espíritu cristiano. De la turba, muy agresiva, formaban parte miembros de seguridad del Comité del Pueblo de Thuy Bang, que entraron en la clausura y amenazaron a los monjes.
Según los fieles de las parroquias que atienden los benedictinos, las mismas autoridades de la provincia de Thua Thiên-Hué, situada justo en el centro del país, son las que incitan a la policía y a los matones a perturbar la vida monástica.
Los monjes responden con la oración y el silencio. Los días 10 y 11 de agosto se congregaron para ello junto a una estatua de Cristo sufriente, donde fueron objeto de burla tanto ellos como la imagen.
En la mañana del 13 de agosto, al menos cincuenta personas volvieron a entrar en el monasterio, colocando palos y alambre de espino para apoderarse del terreno. Varios de los atacantes llevaban en el cuerpo los tatuajes propios de mafias locales.
Codicia por un terreno
Según informa Tran Hung para Asia News, en la raíz de estos hechos hay una mezcla de "ideología" y de "avaricia", pues el objetivo es expulsar a los monjes y descristianizar la zona por un lado, y por otro hacerse con el terreno para especular con él y venderlo.
El padre André Trông Nguyen Van Tâm, superior de la comunidad benedictina, ha pedido a las autoridades que respeten sus derechos, así como la libertad religiosa, amparada teóricamente por la legislación vietnamita. Y ha solicitado también que se rece por la paz y la comunión del monasterio.
Una de las cruces del terreno, destrozada por los asaltantes en 2017. Foto: UCA News.
Estos ataques no son nuevos, solamente recrudecen una hostilidad de años de las autoridades contra el monasterio. El terreno es de los monjes desde 1940, pero les ha sido progresivamente recortado. En 1975, con la victoria comunista en la guerra de Vietnam, les fueron arrebatadas 57 hectáreas, y en 2000 les expropiaron el resto salvo 6 hectáreas.
Todo ese terreno se ha dedicado a destinos forestales o turísticos, o a la construcción de pagodas budistas. En 2015 y 2017 se produjeron asaltos similares a los de las últimas fechas.
La vida monástica está creciendo en Vietnam, con abundancia de vocaciones jóvenes.